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Obama se culpa del descarrilamiento de la reforma sanitaria de EE.UU.

El presidente esboza ante representantes y senadores sus planes para dar cobertura sanitaria a 47 millones de estadounidenses que carecen de ella

Clinton, junto al presidente de EE.UU., Barack Obama.

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colpisa | washington

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Todo el capital político de Barack Obama está empeñado en una sola causa: sacar adelante una reforma sanitaria que proporcione cobertura médica a todos los estadounidenses. Una batalla que ya ha maleado la popularidad del presidente, en gran parte por su culpa, admitió ayer.

«Yo, en un esfuerzo por dar al Congreso la capacidad de hacer su trabajo en vez de pisarle los talones, probablemente dejé ahí fuera demasiada ambigüedad, lo que ha permitido a los oponentes de la reforma llenar las ondas con un montón de tonterías», confesó ayer al programa The Good Morning America . «Desde la ridícula idea de que íbamos a montar comités de la muerte, a la falsa noción de que esto estaba diseñado para proporcionar seguro médico a los inmigrantes ilegales, o esa noción más amplia de que el Gobierno se haría cargo de la cobertura sanitaria, que es algo que no ha aparecido ninguna de las leyes que han pasado por el Congreso».

Con ese mea culpa empezaba un día que acabaría con el Congreso reunido en sesión especial para escuchar la visión de la reforma sanitaria, de la que el presidente sólo había dado grandes brochazos mientras cinco comités legislativos trabajaban en diferentes versiones.

Sin entrar en detalles. Obama no había querido entrar en detalles para que los republicanos no se dedicaran a desmontarlos, como hicieran con la versión de los Clinton en 1993, pero la clave de esa estrategia era la velocidad. El Senado debía aprobar su propia versión antes del receso veraniego, y eso no ocurrió. Un mes de bombardeo ultraconservador ha dejado poco espacio para empresas idealistas.

Seis de cada diez estadounidenses, según una encuesta de CBS, considera que el presidente no ha sido suficientemente claro sobre el tipo de reforma que quiere. A eso tenía que responder Barack Obama en la noche de ayer, además de desmontar con claridad los bulos instalados en el subconsciente de los ciudadanos durante el mes de agosto.

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