Barroso, elegido por mayoría absoluta para presidir otros cinco años la CE
El PPE y los socialistas españoles y portugueses ratifican su puesto
Sin sorpresas, aunque por un margen superior al previsto, José Manuel Durao Barroso fue ayer reelegido presidente de la Comisión Europea para un nuevo mandato de cinco años por el pleno del Parlamento europeo, reunido en Estrasburgo.
A Barroso le votaron, esencialmente, los miembros de su grupo, el PPE y los socialistas españoles y portugueses. Los primeros siguiendo el dictado de Zapatero, que comprometió hace ya tiempo su apoyo al portugués por razones nunca explicadas; los segundos por interés nacional. Contó con aportaciones de los liberales y, sin duda, de otras formaciones de la derecha del arco parlamentario, pero como la votación fue secreta, no fue posible cotejar los resultados.
El reelecto presidente obtuvo 382 votos, frente a 217 en contra y 117 abstenciones. Son cifras muy significativas, porque aunque a Barroso le bastaba la mayoría simple para revalidar mandato, logró la absoluta de todos los escaños de la Eurocámara, compuesta actualmente por 736 miembros. Es decir que Barroso también habría salido elegido con el Tratado de Lisboa en vigor si su nombramiento requiriera la mayoría absoluta.
El presidente comunitario hizo notar la circunstancia al hemiciclo, ante el que dijo «honestamente, creo que mi autoridad se ha visto reforzada. Después de cinco años política y económicamente tan, tan difíciles, haber obtenido esta reafirmación tan clara me parece algo grande».
El nuevamente presidente de la Comisión fue felicitado en el mismo hemiciclo por los comisarios presentes, por el presidente de la institución, Jerzy Buzek, y por la representante del Consejo de la presidencia del Consejo por turno de Estado, la ministra sueca de asuntos Europeos, Cecilia Malmström, que le hizo entrega de un ramo de flores.
Daniel Cohn-Bendit, (Verdes), que lideraba la oposición a la candidatura de Barroso, se le acercó también para hacer entrega al reelecto presidente comunitario de un ramillete de girasoles, símbolo de los verdes europeos. Al ramo siguió una camiseta con la efigie de Barroso y un «no» sobreimpreso con un trazo rojo. Se trataba de uno de los motivos de la campaña contra el presidente comunitario, que este aceptó con deportividad.
En el hemiciclo, no se sabe si porque el resultado era esperado, no se produjeron reacciones entusiastas, salvo las de algunos eurodiputados, que se pusieron de pie y aplaudieron cuando el presidente Buzek anunció el recuento de votos.