Micheletti blinda Honduras y estrecha el cerco sobre la embajada de Brasil

La tensión crece en Honduras. A golpe de chorros de agua, gases lacrimógenos y balas de goma, decenas de policías dispersaron este martes de los alrededores de la Embajada de Brasil a los simpatizantes del depuesto presidente Manuel Zelaya, quien, a pesar del cerco impuesto, insiste en dirigir personalmente un dialogo nacional, al que invitó a incorporarse a las fuerzas armadas y policiales.

Los disturbios fueron violentos. La zona parecía escenario de una batalla, con piedras, coches volcados. Los policías iban cubiertos con mascarillas anti gas y todo el equipo de protección para enfrentarse a unos 4.000 seguidores del derrocado presidente. Oficialmente se reconocieron 83 heridos en los disturbios y 200 detenidos por violar el toque de queda, pero medios locales mencionan a dos víctimas mortales.

Lavándose las manos, el gobierno de facto de Roberto Micheletti trasladó a Zelaya la responsabilidad por lo que pueda suceder a partir de ahora, al tiempo que pidió a Brasil que le concedan asilo o lo entreguen para que sea juzgado. La nueva administración interina acusó, y dictó órdenes de captura contra Zelaya, por reiteradas violaciones a la Constitución por supuestos actos de corrupción.

Zelaya, por su parte, denunció el aumento de la represión de sus seguidores y el temor por su detención. Varios medios afines quedaron fuera del aire al serles suspendidos el servicio de energía eléctrica. La misma representación brasileña amaneció ayer sin luz, agua ni teléfono. El derrocado mandatario difundió una nota de prensa por Internet en la invitó a las fuerzas militares y policiales, con algunos de cuyos integrantes dijo haber hablado, a deponer «la violencia y a que se unan al grupo de ciudadanos que luchan por una nueva Honduras».

1397124194 A favor de la democracia. En el comunicado manifestó su interés en abrir un dialogo con todos los sectores para «encontrar una salida a la situación del país y solicitó también el apoyo de la comunidad internacional a favor de la democracia para frenar al régimen despótico».

Mientras, el canciller brasileño Celso Amorim advertía a Micheletti que cualquier amenaza a la seguridad de Zelaya, de su esposa o de laembajada será un significativo quiebre de la ley internacional. Su presidente, Lula da Silva, insistió desde EE.UU. en buscar una «solución negociada y democrática» y recomendó al mandatario depuesto no provocar una situación incontrolable. El llamado fue aprobado por Micheletti quien a cambio prometió «respetar su sede porque esa es tierra del Brasil y la vamos a respetar, siempre y cuando ellos contesten a nuestras peticiones».