Diario de León

Europa queda en manos de Polonia y República Checa

Varsovia y Praga son las últimas trabas para ratificar el Tratado de Lisboa

El líder checo sonríe en un acto contra el Tratado de Lisboa.

El líder checo sonríe en un acto contra el Tratado de Lisboa.

Publicado por
p. soto | varsovia
León

Creado:

Actualizado:

El respaldo mayoritario que dio Irlanda el pasado viernes al Tratado de Lisboa no ha conseguido despejar las incógnitas y dificultades que penden sobre este acuerdo. Ahora Europa queda en manos de Polonia y Chequia, y aunque los parlamentos y senados de los dos países aprobaron el Tratado de Lisboa, sus respectivos jefes de Estado, el polaco Lech Kaczynski y el checo Václav Klaus, ambos conservadores y euroescépticos, no han ratificado el texto.

El caso de Polonia, el país poscomunista de la UE más grande y con mayor población y peso político, no es tan complejo como a primera vista puede parecer, porque la mayoría de la ciudadanía es abiertamente europeísta y el presidente Kaczynski representa a un sector sociopolítico significativo, pero minoritario. Además, el Gobierno de centroderecha de Donald Tusk es un firme partidario de la Unión, de la misma forma que la izquierda socialdemócrata, y la oposición conservadora del partido Ley y Justicia (PiS), que apoya a Kaczynski, carece de fuerza suficiente para entorpecer el proceso de construcción europea.

Tanto es así, que el jefe del Estado prometió que ratificaría el Tratado de Lisboa una vez que los irlandeses se hubieran pronunciado sobre dicho acuerdo. Podría ser esta semana, según los medios polacos.

Según algunas informaciones, Kaczynski podría retrasar la ratificación del tratado, pero es evidente que Polonia, que es el país de la Unión que más ayuda económica recibe de Bruselas, aceptará sin rechistar entrar en el redil comunitario.

La traba checa. El problema se llama Václav Klaus, el presidente checo, que, aunque represente a un país pequeño y con escaso poder político en la UE, se ha convertido en un quebradero de cabezo para los dirigentes europeos.

Ha dicho por activa y por pasiva que el Tratado de Lisboa no hace parte de las preocupaciones de los checos, porque socava su soberanía y es un acuerdo redactado por «eurócratas» ajenos a los intereses de los Estados más débiles de la Unión. Para ganar tiempo, dijo que no pondría su firma en el texto hasta que Irlanda se pronunciara por segunda vez sobre el Tratado de Lisboa. Entre los críticos se encuentra el ex primer ministro y líder del derechista, Mirek Topolanek, quien considera que el tratado es inservible para los intereses checos, pero lo que le diferencia de Klaus es su pragmatismo. Quizá sea por eso que aboga por ratificarlo de una vez por todas, entre otros motivos, porque quiere que Praga deje de estar en el ojo del huracán europeo.

tracking