Diario de León

Reportaje | paco soto

Dos décadas sin Ceausescu

El dictador transformó el país en una inmensa cárcel

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Rumanía celebra el 20 aniversario de la caída del comunismo, que se saldó con 1.104 muertos y 3.321 heridos y la ejecución del dictador Nicolae Ceausescu y su esposa Elena. El día de Navidad de 1989, el diario opositor Adevarul (La Verdad) comentó la muerte de Ceausecu con el siguiente titular: «El Anticristo ha muerto».

Rumanía era, junto con Albania, el país más pobre del bloque socialista europeo y el régimen comunista, uno de los más brutales.

Los comunistas rumanos tomaron el poder después de la Segunda Guerra Mundial. El país balcánico conoció un desarrollo industrial notable a principio de los años 60 del siglo XX bajo la dirección de Gheorghe Gheorghiu-Dej. Después de haber mantenido una estrecha relación con la URSS, con la llegada de Ceausescu al poder, en 1965, Bucarest se alejó de Moscú y estableció buenas relaciones con Estados Unidos, Europa occidental, China, Yugoslavia e Israel. El máximo dirigente del país, que fue nombrado Genio de los Cárpatos, Conducator y también Danubio del pensamiento, se casó con Elena Petrescu en 1946. Ejerció diversas funciones de dirección en las filas comunistas y en marzo de 1965 fue nombrado primer secretario del Partido de los Trabajadores de Rumanía.

Crítico con la política exterior de la URSS, el Genio de los Cárpatos desarrolló un culto a su persona desenfrenado y un sistema político basado en el nepotismo, la corrupción y la feroz represión de la Securitate (Policía política). Influenciado por el dictador norcoreano Kim Il-Sung y la Revolución Cultural china, Ceausescu transformó a Rumanía en una inmensa cárcel, arrasó pueblos, ciudades y monumentos, impulsó un nacionalismo xenófobo y contrario a la minoría húngara de Transilvania y desarrolló una política económica que hundió en el hambre y la miseria a gran parte de la población, pero permitió el pago de la deuda externa.

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