Diario de León

Entrevista | imanol arias | actor

«León es la provincia padre de este país, la madre sería Córdoba»

Imanol Arias, nacido en Riaño y «recriado» en Ermua.

Imanol Arias, nacido en Riaño y «recriado» en Ermua.

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pacho rodríguez | madrid
León

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Imanol Arias (Riaño, 1956) desmiente que únicamente se pueda ser leonés en plan intenso. Y dice algo que también anula cierto ombliguismo de aquí: «Hombre, hablar de León y quedarse sólo en su gastronomía es quedarse muy corto. Además, se puede comer bien en muchos sitios», dice. Entonces, lo que se ve es a un leonés verdadero, urbanita, un bon vivant , pero como si quisiera ganarle al tiempo los sabores, olores y colores de la infancia en su pueblo. Que con el paso de los años, Arias ha convertido en su educación. A base de palabras y voz viva. Con Cuéntame ha conseguido un éxito que es tan de ayer como de hoy, aunque llegará un día en que la serie se acabe, no sea que tenga que salir en algún capítulo un actor que triunfa en la televisión con Anillos de oro . Por eso, se intuye que la última foto de la serie puede que sea la de Felipe González y Alfonso Guerra asomados a la ventana del Palace en la victoria socialista de 1982.

Imanol Arias aparece estos días por Fitur, la gran feria de turismo, para promocionar Un país para comérselo , serie documental del Grupo Ganga que graba junto a Juan Echanove y que es simplemente viajar, comer, beber y dormir bien. O muy bien. Es decir, disfrutar de España en una road movie realista. Todo el mundo quiere hacerse una foto con él, o con su personaje televisivio Antonio Alcántara. Pero hay poco tiempo. Al oír «un minuto para Diario de León», la cosa cambia. Un cigarrillo se convierte en entrevista. «¿Qué pasa, paisanín?». Así da la clave leonesa de la grandeza de las pequeñas cosas.

-Ya que estamos en Fitur, ¿cómo vendería León?

-Lo primero, que León es una de las provincias padre de este país. La madre sería Córdoba. Y lo mínimo que hay que hacer es visitar al padre de vez en cuando. Tengo un amigo que dice que hay dos formas de guiarse: los que lo hacen por la cruz del campanario y, los que nos fuimos, que tenemos que hacerlo por las montañas. Aunque, a veces, con la niebla y el cierzo nos confundamos. Yo recomendaría León capital. Y si es primavera, pasar unas horas en la Catedral y contemplar esas vidrieras. Y luego hay que ir a la montaña y, por supuesto, al Bierzo.

-¿Cómo recuerda su Riaño natal?

-Yo me fui a Euskadi como se fueron otros muchos, porque sus padres se iban allí a trabajar. Ahora, con Riaño tengo sentimientos encontrados. Estuve hace poco, a primeros de septiembre. Vi el pantano lleno. Y me dijeron que se desaloja cuatro veces al año y que es el segundo canal de Europa. En estos tiempos en los que el agua se ha convertido en un tesoro, puede ser la gran fuente de riqueza. El caso es que en el pantano hay mucha agua y muy buena. Igual hay que pensar en eso y en las posibilidades que surgen. Eso me ha congeniado con el pantano. Puede que haya que pensar en que hay un pueblo nuevo y, una vez que la obra está hecha, los dolores que muchos sufrimos en su día hay que intentar superarlos.

-Junto a Juan Echanove anda embarcado en «Un país para comérselo». Se supone que Riaño será paso obligado-¦

-Vamos a recorrer muchos sitios. Y, tanto Juan como yo, nos hemos comprometido en estar en nuestros pueblos. Pero lo haremos desde un punto de vista más personal. Puede que sea en el último capítulo. La mitad en cada lugar. Yo intentaré recuperar los olores que recuerdo. Como el té de Las Peñas. O la vecera de los animales, la cecina o las pastas de mi tía Aniceta, que alguien las hará iguales. Espero subirme a una barca, con un GPS, situarme encima de mi casa, sacar un plato de cecina, un par de vasos de mi vino y decirle a Juan: aquí nací yo.

-Con el paso del tiempo, ¿se pueden rescatar los sabores de la infancia?

-Es que yo me acuerdo de la cecina de Vega de la Reina. Sé que hay otras igual de buenas, pero yo recuerdo comerla sentado en aquel escaño-¦ Luego me daban unas mantecadas y las comía en casa. Lo que sé es que soy de allí, y ahí, cuando sea, tiraré mis cenizas- A Riaño hay que devolvérselo todo.

-Luego, en Ermua, creció y se hizo actor.

-Ermua era un pueblo de castellanoparlantes. Eso me diferenciaba y me permitió educarme y llegar a ser actor, que era poco usual en un lugar como aquel. Hace unos días me mandaron una foto mía que, al final, es el principio. Con 11 años, de payaso. Ahí empezó todo.

-¿De qué se retroalimenta «Cuéntame» para ser una serie incombustible?

-Eso, precisamente, es lo que hace la serie. No se renueva, pero se retroalimenta cada año. A partir de la revisión histórica, se crean los personajes. El primer Alcántara era como mi padre, como yo lo recuerdo, pero luego va evolucionando dentro de Cuéntame . El otro factor es el compromiso. Todo el equipo mantenemos una relación de familia. Hasta reñimos: hoy te quiero, mañana no te quiero- Es caótico y familiar. Hay complicidad pero no competitividad. Y una productora fantástica que fomenta toda esta relación.

-¿No le limita la serie para embarcarse en proyectos a largo plazo como teatro o una película?

-"Cuando estamos grabando capítulos, es cierto. No hay días libres ni tiempo para nada, ni para quedar a comer con un amigo-¦ Pero en marzo estreno la película de Emilio Aragón ( Pájaros de papel ). Aquí hemos tenido que contar con el sacrifico de la serie y el de Emilio para que yo pudiera estar. Pero parece que ha quedado muy bien, por lo que dicen los que ya la han visto.

-¿Se imagina «Cuéntame» sin Imanol Arias?

-No. Yo estaré en Cuéntame hasta el final.

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