Diario de León

Entrevista | Juan Andrés Oria de Rueda Salgueiro | Botánico y escritor

«El leonés posee una magia que emociona profundamente»

Ya está en las librerías el poemario «Llogas carbayesas»

El autor, en plena comarca zamorana de la Carballeda. Al fondo, el Castro de Otero de Centenos.

El autor, en plena comarca zamorana de la Carballeda. Al fondo, el Castro de Otero de Centenos.

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E. Gancedo | León
León

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Profesor de Botánica Forestal y Micología, y director de la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, autor de 12 libros y 100 artículos científicos, su nueva obra, Llogas carbayesas (ed. Filandón), es diferente y especial, pues está en una lengua oculta que poco a poco empieza a salir a la luz: el leonés.

-¿Qué supone para usted ser el primer zamorano en publicar un poemario en asturleonés?

-Supone la emoción de poder contribuir al enaltecimiento de una lengua que ha estado proscrita, ridiculizada y ninguneada. Por parte de mi madre procedo de las comarcas occidentales de Zamora aunque, como muchas personas, he vivido en Madrid y otras provincias.

-¿Cómo se gestaron estas «Llogas carbayesas»?

-Mis familiares y antepasados zamoranos (los de apellido Salgueiro) ya componían poemas. Las llogas beben de la tradición oral de La Carballeda, donde la relación del hombre con la naturaleza se expresa en poesías sencillas que muestran un emocionado cariño por la tierra. Están impregnadas de la añoranza del zamorano que desde hace siglos se ve obligado a viajar muy lejos para vender lienzos o trabajar.

-¿Cómo fue su primer contacto con el leonés?

-Hace 30 años, cuando estudiaba en Madrid, viajé en verano a Zamora y León para recopilar nombres populares de plantas y animales (que me parecieron rarísimos pero apasionantes), y me dí cuenta de que muchas personas mayores hablaban de modo muy difícil de entender. Al escucharles decir fa calore (hace calor) yo, incauto estudiante, les preguntaba que si habían vivido o estado en Cataluña. Luego me dí cuenta de que no hablaban catalán sino leonés y que su lengua no tenía ningún aprecio social, al contrario, con frecuencia, al estar con estas personas, venían sus hijos para impedir que hablase con ellos. Se quejaban de que sus padres «hablaban mal», «como antes», «en cazurro», «tenían Alzheimer», etc.

-Usted es un muy reconocido botánico... ¿cómo ha influido el conocimiento de los nombres populares del mundo vegetal en su labor poética?

-La conservación de la flora amenazada está muy unida a los usos tradicionales del paisaje. Cuando se ama realmente la naturaleza se aprecia también la tradición cultural y rural. Cada nombre de árbol, planta o seta, sobre todo de las especies más humildes, resulta entrañable, con una historia y un alma propia. De igual manera que se desarrollan planes de recuperación de plantas y animales amenazados habría que exigir la conservación y recuperación del leonés. Resulta además una exigencia del estatuto de autonomía.

-¿Cómo ve hoy La Carballeda en lo social y lo lingüístico?

-La Carballeda ha sufrido una despoblación muy grande desde hace unos 60 años. Un problema grave de fondo ha sido y sigue siendo el enorme desprestigio general de la vida rural frente a la urbana. Desde las escuelas los maestros han imbuido un sentimiento de inferioridad tan negativo que se ha forzado a la emigración aun a muchos que deseaban quedarse. El desprestigio de la lengua es un ejemplo de todo eso. No obstante hay miles de personas (incluso de 40 y 50 años) que hablaron carbayés aunque no lo utilizan, hoy, por vergüenza. Hay que decir a esta gente que su dialecto es algo valioso y entrañable.

-Alguna palabra, algún giro de Carballeda que le «preste» especialmente...

-Las expresiones más prestosas son las que se emplean para propiciar la salida de las setas o las plantas, como Cucurril cucurrileiru, ónde está el tou cumpaneiru , o las muchas que emplean los colmeneiros para tranquilizar a las abejas, como Pos, pos, pos, pos, el trebu pa lus santus, el miel pa nós . El lector encontrará palabras comunes al sanabrés, cabreirés o cepedano. Cada una de ellas tiene un brillo peculiar, una emoción propia. El leonés posee una magia especial que emociona profundamente.

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