El repunte de la brucelosis cuestiona las políticas y el gasto en saneamiento

Se impone la ley del silencio y el miedo entre los afectados, mientras la bacteria vuelve a ganar terreno en zonas de la provincia de León en las que el único medio de vida posible es el manejo y la explotación de la ganadería extensiva. Diez años después de que el contagio de la brucelosis echara abajo lo más granado de este negocio, acabara con rebaños enteros y dejara tras de sí un rastro de pérdidas incalculables para los propietarios de las explotaciones, regresa el fantasma de la ruina: los últimos resultados de saneamiento ganadero han vuelto a arrojar datos alarmantes de presencia de la enfermedad entre la cabaña ganadera del la zona nororiental de León, la misma fustigada con virulencia la pasada década. Se cuestiona de esta forma la efectividad de los medios dispuestos para combatir la enfermedad, que en ningún caso tiene su origen en los rebaños afectados, más bien víctimas de la situación. Ya nadie duda entre la comunidad científica y veterinarios de campo que están dispuestos a presentar batalla a este saco sin fondo de pérdidas de que el foco de contagio está entre la fauna salvaje, principal reservorio de la bacteria que transmite la brucella -”que puede acabar por transmitirse al hombre-”. Foco que en ningún caso ha estado en la diana de las actuaciones que la administración autonómica ha impuesto con el fin de lograr la erradicación de la brucelosis. «Como máximo han eliminado animales domésticos contagiados, pero nunca han atacado a los animales salvajes que son los que la contagia al compartir las zonas y territorios de pastos con los rebaños, luego contagiados», se quejan los afectados ante lo que consideran una impasividad continua y reiterada de la administración para atajar de forma eficaz el problema.

La zona norte de León ha pasado un calvario económico a causa de las facturas que les ha dejado la brucelosis; pero el mal persiste, sin visos de solución.