Diario de León

El imputado por el crimen de Bellvitge se exculpa y acusa a un narcotraficante

Pedro Jiménez se enfrenta a 83 años de prisión por el presunto asesinato de dos policías de Toral de los Guzmanes y Noceda del Bierzo en octubre del año 2004

El acusado, en un momento de la vista oral ayer.

El acusado, en un momento de la vista oral ayer.

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Pedro Jiménez, el acusado del asesinato y violación de dos policías en L´Hospitalet de Llobregat (Barcelona), mantuvo ayer su anterior coartada y, tras explicar que acudió al piso de las víctimas en busca de un paquete de droga, ha apuntado a unos «narcos» como autores del doble crimen. Un tribunal popular juzga desde ayer de nuevo a Pedro Jiménez, condenado en el año 2008 a 83 años de prisión por el asesinato de las dos policías en prácticas en octubre de 2004, en una sentencia que el Tribunal Supremo (TS) anuló después por considerar que la causa debía haber sido juzgada por un jurado.

Desde la primera fila del público, los familiares de las dos policías nacionales torturadas y asesinadas en su piso del barrio de Bellvitge volvieron a revivir el calvario de las víctimas y a enfrentarse a la declaración del procesado, más delgado y con un pelo corto que contrastaba con la larga melena que lució en 2008 en su primer juicio.

En su declaración ante el tribunal, Pedro Jiménez, que nuevamente afronta una condena de casi 103 años de prisión, mantuvo su anterior versión exculpatoria y aseguró que acudió a casa de las agentes, sin conocer su condición de policías en prácticas, a recoger un paquete con droga y «un sobre lacrado con unos papeles», por encargo de un narcotraficante llamado Mustapha D. Aunque en un principio dijo que prefería no contestar porque «ya se ha hablado mucho sobre ese tema», el procesado reiteró que mantuvo relaciones sexuales «consentidas» con una de las agentes, Maria Aurora R.G., tras lo que se fue de su casa dejándolas allí «perfectamente».

Pedro Jiménez, que respondió a las acusaciones con contundencia y en ocasiones un punto de arrogancia, aseguró que ignora quién cometió el crimen, pero precisó: «Si he de inclinarme por alguien, supongo que el que vino después de mí».

Con esas palabras, Jiménez vino a incriminar, como ya hiciera en su anterior juicio ante un tribunal profesional, a un narcotraficante llamado Alex, que nunca ha podido ser identificado y que, según su relato de los hechos, acudió a la casa de las policías una vez él se hubo marchado.

Ese supuesto «camello» fue, según Jiménez, el que le entregó las tarjetas de crédito de las policías y un número secreto para que se cobrara 200 euros por el servicio prestado al narcotraficante Mustapha D. Pedro Jiménez sostuvo su inocencia y apoyó su versión exculpatoria en detalles del proceso judicial e incluso en declaraciones de testigos y peritos del anterior juicio, lo que ha provocado que la fiscal ironizara sobre su amplio conocimiento de la causa. «Sí, algo he leído de ella», afirmó.

La fiscal puso sobre la mesa una redacción que escribió en prisión Pedro Jiménez para un programa de rehabilitación de internos violentos organizado en la cárcel, en la que el procesado relata cómo, dejándose llevar por la ira, viola y acaba matando a una mujer.

«Ahí maximizo un delito que cometí», se justificó Pedro Jiménez.

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