Un Real Decreto tras décadas de retrasos y desajustes

El Real Decreto articula una figura de protección para el entorno, con especial incidencia para la «restauración del medio rural, el equipamiento de servicios y los núcleos urbanos diseminados en la zona», según confirmaron a este periódico fuentes del Ministerio de Agricultura. En ese relato de medidas respetuosas con el entorno, la reconversión asume la necesidad de regenerar los elementos de lagunajes y actuaciones concretas para la mejora de la flora y la fauna autóctona de todo el territorio afectado por la intervención. En esa misma línea, destaca la protección de la instalación de linderos sobre setos vivos, que permite la extensión de las fincas que resultarán de la reforma. Estos son algunos de los conceptos que asume el Real Decreto para la última zona de León a la que, de llegar, va a acceder el agua del Esla desde el embalse de Riaño. Conceptos que dos años y medio después de ser aprobados por el Gobierno comienzan a tomarse por la zona que aún espera por el maná como otro retraso acumulado a las partidas dependientes de Riaño.

Los regadíos se declararon de interés general, la reforma, la transformación social y económica, las nuevas posibilidades de vida, se pusieron de testigos para sacar adelante el cierre de la presa y justificar ante la opinión pública un sacrificio difícil de explicar; los retrasos acumulados hacen difícil hoy aún esa tarea.