¿Reducir? ¿Reciclar? ¿Para qué? Para vivir
No puede ser. Llevo 17 años escuchando lo mismo y claro está, desde mi puesto en el último pupitre del aula, gracias a mi apellido. Da igual que esté en Biología, en Geografía, en Lengua o en Filosofía. No importa que tu profesor sea Alfonso, Charo o
José Antonio. Y el curso en el que estés, menos. Siempre oyes: «Hay que reciclar», «La regla de las 3R es muy importante», «Hay que cuidar el medio ambiente», «Cada contenedor sirve para un tipo de residuos», bla, bla, bla,...
A mí me da igual. Yo llego a mi casa y, después de comer, no pienso si el yogurt va a los envases, los huesos a la basura, la caja de los helados a los papeles,... ¿A quién le importa eso? Ya bastante trabajo cuesta levantarse para tirarlo todo, como para, encima, tener que andar separando...eso que lo hagan los que trabajan en los CTR; y si no lo hacen, tampoco me preocupa, la verdad.
Por supuesto que sé lo que es el «Desarrollo Sostenible»: es el desarrollo que satisface las necesidades actuales de personas sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacerlas suyas y sin poner en peligro el medioambiente. Pero, que me sé la teoría esa porque entró en un examen de no sé qué, vamos, que la práctica, en sí, no va conmigo.
A veces sueño en llegar a ser un gran presidente y cambiar todas esas leyes que tratan sobre residuos, desarrollo sostenible, medio ambiente,... A nadie le importa quiénes vienen detrás ni lo que le pueda pasar a nuestro planeta, total, nosotros ya no lo veremos.
Así que, ¿por qué no disfrutar al máximo de lo que hay ahora, antes de que se agote o se destruya? Los que vengan luego ya se las apañarán.
Hoy, con 38 años que tengo, pienso en todas las bobadas que hice de pequeño y lo único que puedo hacer es llamarme idiota y estúpido. Si todos hubiesen pensado como yo, y eso que había unos cuantos, esto sería todavía mucho peor y en vez de colgarme de un barco o de la Sagrada Familia, tendría que intentar hacer un milagro.
A pesar de todo lo que fui y por increíble que parezca, estudié Ciencias Ambientales y soy miembro de una oenegé llamada Greenpeace. Ahora me alegro de que existan esas tres «R» tan maravillosas:
Reducir, Reutilizar y Reciclar, ya que son nuestro lema y nuestra lucha y a las que, además, hemos añadido otras tres, no menos importantes y que os voy a explicar a continuación; esas tres son: Repensar nuestro modo de vida, nuestras necesidades básicas y lo imprescindible para vivir bien;
Reestructurar el sistema económico para que satisfaga las necesidades de todo y todos, incluido el medioambiente y para que se paguen los daños causados al mismo; y por último, Redistribuir equitativamente entre todos, los recursos que nos ofrece el planeta sin perjudicarle a él ni a la sociedad.
Como veis, a veces la insistencia hace cambiar a una persona; aunque solo a veces. Mi mujer es profesora y muchos de sus alumnos hacen lo mismo que otros cuando éramos pequeños. Ella se desespera pero yo le digo que tenga paciencia, que el mejor ejemplo de que en ocasiones hay que darle tiempo al tiempo, soy yo.
Ahora, acabo de tener una hija. Su nombre es lo de menos pero hoy, con mis años y mi mentalidad, pienso lo «cruel» que pude llegar a ser. Verla así, tan pequeña e indefensa, y pensar que le va a tocar vivir en un mundo destruido por la ignorancia y la estupidez de los que fuimos delante, donde el sol quemará, la capa de ozono no existirá, las playas serán de plástico y los mares y los bosques, un vertedero».
Es duro, muy duro; pero lo peor de todo es que hasta que no tienes tu propia familia y lo ves en la piel de los que aprecias, no te importa lo más mínimo y juegas a lo contrario. Con cada «Me da igual»,
«No me importa», «Paso de todo» estropeamos una de las muchas vidas que llegará detrás de nosotros y que sin culpa de nada, tendrá que pagar y cargar con nuestro error.
Nuestro, no de ellos.
Mónica Santamarta Llorente.
4º C ESO, IES «Lancia»