Y las migajas... a la panera
Desde el Rubicón f. ramos
Ha sido un hombre acostumbrado a mandar. A poner y quitar presidentes de la Diputación y del partido. Pero, de seguir así, Cipriano Elías Martínez va camino de no mandar ni llover. Primero fue en la Diputación, donde su presidenta se dio cuenta del entramado que el diputado perpetuo -"lleva más de dos décadas sentándose en uno de los sillones del Palacio de los Guzmanes y todo gracias a un puñado de votos omañeses-" mantenía en la institución. Reparto del dinero de los planes provinciales, adjudicación de obras y contratos públicos, colocación a dedo de hijos, sobrinos y demás familia y hasta poner y quitar a los presidentes de la institución, nada escapaba a los designios del insigne diputado.
En el partido no era menos. Desde su pequeño pueblo de Omaña controlaba la mitad de la comarcal de León, la otra mitad se la llevaba Juan Martínez Majo. Ese poder y la espada del reparto dinerario provincial permitió a Cipriano Elías Martínez traicionar, por ejemplo, a Javier García-Prieto, echarle de la Diputación y no permitirle el control del partido.
Pero hete aquí que un buen día llegó una nueva dueña al castillo y se dio cuenta de la jugada: bastaba con partir la comarcal y entregársela a un hombre de confianza para que ese control se desvaneciera. Ahora sí Cipriano Elías tendrá que aprender a convivir con un puñado de votos, porque el resto ya no volverá a controlarlos, han pasado a manos de la nueva dueña del castillo. Para Cipriano «Pano» Elías Martínez han quedado las migajas... que siempre fue necesario recoger con una panera.