Reportaje | a. caballero
La memoria de la identidad
La conmemoración de la II República suma seis años sin inaugurar la capilla
Más de medio centenar de personas se reunieron en el cementerio de Puente Castro.
Como «para recuperar los valores de la República los muertos son una compañía indispensables», el Foro por la Memoria de León convocó ayer en el cementerio de Puente Castro a más de medio centenar de personas en el homenaje a los represaliados del franquismo. «Cerca de 150.000 en toda España; 3.000 de ellos en la provincia leonesa», como citó Francisco Erice, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, quien puso la voz a un acto en el que se apostó por «recordar, estableciendo fechas y homenajes», con los que se consigue «la socialización de los lugares personales» mediante monumentos como la capilla laica. Un hito que todavía no es más que el esqueleto de los dos muros de hormigón que la forman, a pesar de que tenía que haber sido terminado a finales del pasado 2009, casi cinco años después de su aprobación en Pleno, cuatro conmemoraciones de la II República después de la primera piedra...
En el acto, en el que este año no hubo ningún representante político del Ayuntamiento de la capital leonesa, el profesor Erice reseñó que «hay que homenajear a las víctimas, pero sobre todo a los luchadores», con el fin de «rescatar esas utopías de cambio social de la II República». «El futuro se construye desde el recuerdo que no sea nostalgia, lo que es muy importante para romper con la hipoteca de la Transición; una hipoteca con la que no rompe la Ley de la Memoria Histórica, que insiste en el mito del consenso», criticó el profesor de la universidad asturiana, quien subrayó que «la izquierda, para avanzar, necesita una identidad asentada en los valores», entre los que marcó «el laicismo y la igualdad social».
Erice alertó de «la teoría de los dos demonios», que surgió en Chile para exponer que «tan malo fue Allende como los golpistas»; un modelo que «se ha trasladado a España» y se ha extendido «con gran éxito».
El discurso, menos arenga y más pedagógico que en anteriores citas, centró el homenaje del domingo más cercano al 14 de abril, en el que también se derrocharon versos de poetas veteranos y algún joven. Mientras, entre banderas y símbolos, en la hierba, un ramillete de niños jugaba a juntar las flores silvestres amarillas y moradas de la campera que cubre la antigua fosa común del cementerio con los claveles rojos que sus padres y sus abuelos llevaban en las manos.