El desarrollo de la ley de caza creará más de mil empleos de guarda de campo

Lo que en otros territorios son los ojos del espacio medioambiental, en León camina aún a una distancia prudencial del límite que pone la ley a sus competencias. El guarda de campo aboga por la dignificación de la profesión en la provincia, ejemplo de enclave natural. «Sólo con desarrollar de forma plena lo que dice la Ley de Caza, sólo con que se aplicara por imperativo legal lo que dice el artículo 70 de esta norma, está claro que abriría un yacimiento de empleo sin precedentes en el espacio rural leonés. Hablamos de más de un millar de empleos», concretó Pedro López Aparicio, que preside la Asociación de Guardas particulares del campo y caza de Castilla y León. Esta agrupación se propuso en la última asamblea celebrada en León trabajar por la divulgación de las funciones de este cuerpo de vigilancia, este policía judicial que se instituyó en el año 1849 durante el reinado de Isabel II como elemento de control del furtivismo en los cotos reales. La Ley de Enjuiciamiento Criminal le mantiene ese estatus, que refuerza la Ley de Caza, al enumerar esta figura entre la autoridad competente en la vigilancia de espacios cinegéticos. Además del reporte laboral que abriría la obligatoriedad de que cada espacio cinegético acotado contara con guardería de campo, la asociación leonesa de estos profesionales se apresura a abrir el abanico de funciones que pueden desempeñar. «Nuestra capacitación nos permite intervenir como vigilantes de espacios piscícolas, fluviales, de interés geográfico, o arqueológico; y forestal, un ámbito que tantos problemas causa en León en épocas estivales por causa de los incendios, que se contribuiría a controlar con un ejercicio de preservación del entorno», expone López Aparicio, al frente de un colectivo de agentes dispuesto a luchar por trabajar en León: «Somos una pieza clave para suplir deficiencias de preservación y vigilancia del entorno rural», concreta.