Diario de León

Entrevista | Cecilia Bartolomé | Directora de cine

«Las mujeres cineastas somos una minoría increíble, no más del 13%»

Cecilia Bartolomé, directora de cine.

Cecilia Bartolomé, directora de cine.

León

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Cecilia Bartolomé estará acompañada por la concejala de Bienestar Social, Mujer y Minorías, Teresa Gutiérrez, el director del IES Ordoño II, Fidel González, el coordinador de igualdad en el consejo escolar, Vicente García, la profesora de ciclos formativos Ascensión Palma y la presidenta de la Ampa IES Ordoño II, Amalia Ricoy.

-Román Gunern ha dicho de usted que es la primera directora de cine feminista de España. ¿Está de acuerdo?

-Desde la práctica de fin de carrera me preocupaban los problemas de la mujer, que no se trataban en el cine. El punto de vista de la mujer no se reflejaba en el cine. Todo se hacía desde la óptica masculina. De hecho, cuando salí con el flamante título de «director» sólo había otras dos: Josefina Molina y Pilar Miró. Empecé con Margarita y el lobo que es una película «rara», que se sale de la norma. Y luego hice otros trabajos en esa línea como el corto Carmen de Carabanchel , que cuenta la peripecia de una mujer de barrio con cinco hijos que no puede acceder a métodos anticonceptivos porque están prohibidos y se las ingenia de las formas más peregrinas. Está inspirada en las peluquerías de la época. Entiendo el feminismo, una palabra a la que no hay que tener miedo, desde la paridad y la lucha por la igualdad de derechos, nunca desde ese sentido peyorativo de que la dignidad de la mujer pasa por la indignidad del hombre.

-En aquellos años la discriminación de la mujer estaba naturalizada y normalizada en España. ¿Cómo le nació a usted esa conciencia?

-De la forma más natural del mundo. Me crié en un ambiente ajeno a España, en Guinea Ecuatorial, y aunque mi madre y mi padre eran personas conservadoras, nos educaron con una mentalidad de igualdad entre hermanos y hermanas. Hubo algo también fundamental: las tareas domésticas las hacían hombres, que eran negros, a los que se pagaba. Luego a mí no me quedó ninguna idea de que limpiar y la casa era cosa de mujeres. Fue una educación privilegiada. Al volver a España ví que las mujeres estaban igual que los negros en África.

-«Margarita y el lobo» fue su trabajo de fin de carrera. ¿Por qué fue censurada?

-Todavía temo que, como me ocurrió en Bilbao, la gente se sorprenda de que a mi sorprendiera que fuera censurada. Margarita y el lobo cuenta la historia de una mujer que tras su separación matrimonial va evocando fragmentos de su vida. Desde un sentido humorístico, que es lo más corrosivo, y sin panfletismo. Pero hubo una escena que irritó mucho y es la que la mujer se rebela contra su amante, un profesor de izquierdas, y decide volver con su ex marido, que es de derechas y diputado en Cortes. Eso me costó cinco años sin hacer cine en España. Los censores me dijeron que era escandaloso que una mujer le dijera ciertas cosas a un hombre, fuera cual fuera su ideología.

-¿Han cambiado mucho las cosas desde entonces?

-Han cambiado mucho. Entonces, no existía el divorcio, el adulterio era delito y la mujer que era declarada culpable perdía hasta su parte en los bienes gananciales... Están superadas muchas cosas pero el tono general, la base social en muchos aspectos sigue siendo igual.

-Pese a la censura usted volvió al mismo tema en «Vámonos Bárbara»

-Al no poder hacer Margarita y el lobo (tuvimos varios intentos, incluso me ofrecieron ir a Francia, pero significaba el exilio y yo no estaba dispuesta) cuando me ofrecieron hacer esta película metí parte de Margarita y el lobo y no hice el cuento de hadas que me pedían.

-La vieja historia del príncipe azul... ¿Todavía funciona en cine?

-Los príncipes azules no existen, pero los comportamientos vuelven a repetirse. Ahí está el caso de Pretty Woman en la que nadie ve la parte oscura de la prostitución. El cuento de la Cenicienta sigue funcionando a todos los niveles.

-¿El cine español actual sigue teniendo dificuldades para incorporar el punto de vista femenino?

-Seguimos en lucha porque somos una minoría increíble. Hay directoras, como Itziar Bollaín, que hacen este tipo de cine con muchas dificultades. Hay una censura indirecta. Si una directora como ella, a la que se considera intimista, quiere hacer una película de acción enseguida se la cuestiona... pero si Agustín Díaz Yanes, otro directora intimista, hace Alatriste a nadie le parece raro. Acabo de asistir en Santiago de Compostela a los segundos encuentros internacionales de mujeres cineastas y allí ha quedado claro que hay una minoría de mujeres creativas y directoras -entre el 7% y el 13%- cuando son mayoría de estudiantes en audiovisuales. Hay un techo de cristal que impide a las mujeres llegar a los puestos más altos. Las mujeres siempre tenemos que demostrar que somos capaces de hacer ciertas cosas que para los hombres son naturales.

-¿Cómo valora que se haga en un centro educativo este cine forum?

-Me parece muy importante. El audiovisual tiene que tener presencia como asignatura y, por otro lado, hasta que no se eduque a niños y niñas desde la igualdad y la paridad de nada servirán las leyes.

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