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La universidad lleva años esperando por un sistema de financiación equitativo y que marque las pautas a seguir en un sistema educativo ya europeo y con unas exigencias distintas a las de hace décadas, cuando la demografía garantiza los ingresos de las instituciones académicas.
Sin embargo, la crisis económica no hace ningún favor a esta reivindicación que, parece, se basará en los resultados y productividad de los propios campus y en la eficiencia de los estudiantes. Es decir, recibirá más aquella universidad que tenga mayor actividad, calidad, que gestione mejor sus recursos, y pagará más aquel alumno que tenga más y suspenda más. Un esquema presentado por el actual ministro de Educación y que se negocia con las comunidades autónomas y las universidades para intentar llegar a un consenso. Todo ello llegará acompañado de un sistema de becas diferente al existente hasta la fecha y que garantice que los jóvenes con pocos recursos puedan acceder, si así lo desean, a los estudios universitarios.
Mientras tanto, la excelencia que logren las universidades será clave en la financiación. La Universidad de León vuelve a intentarlo y ya prepara el proyecto de Campus de Excelencia Internacional que presentará a la convocatoria ya abierta. Ya lo hizo en la primera pero no hubo suerte y la balanza se decantó hacia las instituciones con más solera y con más posibilidades.
Ahora, la universidad prepara un proyecto que aspira a ser seleccionado como campus de excelencia y en el que la internacionalización juega un papel fundamental. En pleno periodo de adaptación a los cambios, la universidad tiene que hacer frente a uno de los avances más importantes de su historia: la convergencia con Europa, es decir, que todos los estudios tengan validez en cualquier país de la Unión Europea. En el caso de la Universidad leonesa, el próximo curso ya ofrece todas sus titulaciones adaptadas al marco de Bolonia. A partir del próximo curso términos como licenciatura o diplomatura quedarán desterrados y sólo se hablará de grados. Son carreras de cuatro años en las que cambia el sistema de docencia y de aprendizaje.