Ninguna ha atendido a la lógica

Análisis | m. j. muñiz

Entre los escasísimos acuerdos que alcanzaron en su último encuentro Zapatero y Rajoy destacó el de tener concluida la reestructuración de las cajas de ahorro antes del día 30. Las carreras han sido evidentes en las últimas dos semanas, aunque se ha huido de las fusiones y la mayor parte de las cajas se han acogido al Sistema Institucional de Protección (SIP), que despierta no pocos recelos entre los expertos (también en el Banco de España).

Lo ocurrido hasta ahora no sólo no es la mejor solución, sino que tampoco es definitiva. Lo idóneo hubiera sido realizar fusiones con lógica financiera y de carácter interregional, pero ninguna de las que se ha producido responde a ese criterio. Ni el Gobierno ni el Banco de España han podido con el veto de las autonomías, que siguen imponiendo su rodillo en los órganos de gobierno de las cajas para hacer valer su lógica política por encima de la racionalidad económica.

El caso es que ahora no basta con que el FROB asuma el agujero patrimonial de algunas cajas. La reestructuración iniciada tiene que asegurar el futuro de las entidades, y la solvencia y credibilidad del cuestionado sistema financiero español (de manera especial el de las cajas). Las fusiones virtuales o frías son un experimento sobre el que no hay experiencia, y en el fondo sirven para poco más que sumar recursos que mejoren la solvencia de la entidad resultante, y acceder así al cada vez más difícil mercado de capitales en busca de financiación.

De momento Caja España y Caja Duero han logrado culminar su fusión. Pero los activos que suman están aun lejos del mínimo que se considera necesario para hacer frente con garantías a las exigencias futuras. El proceso no parece suficiente.