Reportaje | paula vidal
Con la mochila a cuestas
Los alumnos de Infantil y Primaria comenzaron «sin lloros» el curso escolar
La famosa y temida vuelta al cole ha llegado. La mañana de ayer comenzó con unos desacostumbrados padres preparando ropa, meriendas y levantando a los niños más temprano de lo habitual. Los más pequeños regresan a la rutina del curso escolar y este año son más.
Entre Infantil y Primaria hay 237 alumnos más en la provincia de León, unas cifras que contrastan con la pérdida que han sufrido ESO y Bachillerato con bajas de 728 matriculados.
Ayer se notaba que había más niños en los colegios. En el Teodoro Martínez Gadañón de San Andrés del Rabanedo hay aproximadamente 30 alumnos más, según la directora del centro; la misma proporción de aumento que en el Camino del Norte de Eras de Renueva que este curso cuenta con una clase más en 3º de Primaria. En el colegio de Quevedo el curso de Infantil de 4 años «está siempre a tope», explicaron las profesoras. «Había fallado un niño pero el hueco ya está cubierto el mismo día», subrayaron.
Sin transporte. El día comenzó sin incidencias, al menos en cuanto a lo que lloros se refiere. Los únicos que vivieron un inicio «especial» fueron los niños de la localidad de Lorenzana en la que el transporte escolar no ofreció su servicio el primer día. A pesar de los inconvenientes, los alumnos no se libraron de las clases y fueron trasladados en taxi.
Esta anécdota y los 39 escolares de Valladolid que no han ido a clase por una «falta de información» sobre la colocación de unas placas de amianto son los dos hechos que rompieron la «total normalidad del comienzo de curso», a la que se refirió el consejero portavoz de la Junta de Castilla y León, José Antonio de Santiago-Juárez.
Las risas y los juegos ganaron a los llantos por goleada. «Están felices de reencontrarse con sus compañeros para jugar», puntualizaron las propias docentes. Para los nuevos, los de tres años, el trago es algo peor y por eso los centros cuentan con un período de adaptación. «No han llorado mucho porque no saben muy bien dónde están. Al día siguiente es peor», recalcó la directora del centro de San Andrés.
En el Teodoro Martínez Gadañón los pequeños asisten a clase en dos turnos de una hora y media cada uno durante el mes de septiembre. En el centro de Eras de Renueva también se modifica el horario el primer mes del curso y además, para lograr «un trato más personal» las familias pudieron entrar ayer y hoy para entrevistarse con las nuevas profesoras de sus hijos. «Así el niño nos conoce, se adapta al entorno y los padres nos pueden contar cosas que necesitemos saber», explicaron las docentes.
Aunque algunos padres primerizos se confesaron más nerviosos que sus hijos, para las familias es «un descanso» volver a la rutina. Desde el primer día los pequeños se quedaron en el comedor y algunos cruzaron las puertas del colegio a las 8 menos cuarto de la mañana, dentro del Programa Madrugadores.
Los gritos y las carreras vuelven a invadir los aledaños de las calles en las horas del recreo. Los viandantes se giran para observar a los niños cogidos de las manos y no pueden evitar una sonrisa. Algunos abuelos emplean algo más de tiempo en mirarlos y rememorar antiguos juegos que no pasan de moda con el permiso de los videojuegos. Septiembre trae la normalidad, el frío y el alegre «escaparate urbano» de esos locos bajitos.