«La ayuda de los países no ha llegado a Haití»
Sonia Adames explica en León la insalubridad y el hambre que vive el pueblo tras el terremoto
Nueve meses después del terremoto, dos millones de haitianos viven en campos de refugiados, sólo el 15% de la población en edad escolar recibe formación y los cadáveres aún reposan bajo los escombros. Para concienciar sobre la situación real del país, la directora del Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes en República Dominicana de Entreculturas, Sonia Adames, detalló ayer en León el día a día en Puerto Príncipe, ciudad donde vivían el 40% de los haitianos.
Haití ha dejado de ser portada en los medios de comunicación, pero el terremoto sigue, porque el seísmo se inició antes del 20 de enero, en el que se visibilizó la verdadera magnitud de la tragedia. «Una tragedia como el terremoto impactó a todo el mundo. Tantos muertos en un instante llama al morbo», explica Sonia Adames, «pero los medios no cubren como la gente muere poco a poco por sus condiciones de vida».
Una vida se gesta en nueve meses, el tiempo para alumbrar un nuevo proyecto. «Nueve meses después, el tiempo que se necesita para parir, ya debería haber un movimiento de reconstrucción. La vida en los campamentos se deteriora, el tiempo de huracanes ha comenzado y las condiciones de insalubridad aumentan en cada campamento en el que viven hasta seis mil personas. « Los medios de comunicación no ven lo que hay en las tiendas». Y lo que hay adquiere cada día dimensiones dantescas, «insalubridad, hambre, el procesamiento de heridos que han sido amputados, operados de caderas, de cráneo. Una organización espontánea. Con un calor impresionante, a 36º. En Haití hay dos estaciones, verano e infierno y ahora estamos en el infierno, con un calor húmedo, un sol impresionante con un país desforestado».
Los dueños de las tierras, en las que se instalaron las tiendas de manera apresurada, empiezan a reclamar sus propiedades, «hay que recolocar a estas personas», explica Adames.
Enfermedades mentales. Lo que las cámaras nunca podrán recoger son los conflictos psicológicos. En Puerto Príncipe han aumentado las enfermedades mentales: parálisis, amnesias, intentos de suicidios, «no cabe más sufrimiento».
Pero los haitianos se hacen una pregunta que no encuentra respuesta. «¿Dónde está la multimillonaria ayuda?, que yo llamo mediática», dice Adames, que explica que a los campamentos sólo ha llegado la ayuda canalizada a través de organizaciones y oenegés que antes tenían una base social en Haití, «tanto de las iglesias en general, como de la sociedad civil que ya tenían presencia en la isla antes de la tragedia. Pero no dan para cubrir la magnitud de la tragedia».
El sistema público no existe. «La ayuda que se ha canalizado a través del gobierno haitiano no ha llegado. Pero hay otra pregunta ¿quién es el gobierno haitiano?. En Haití no hay un actor que tenga la sartén por el mango, es tierra de nadie en autoridad, las ayudas no llegan. Nadie sabe dónde están físicamente funcionando los ministerios ni los ministros. El pueblo sospecha que los que han quedado vivos se han ido del país». Adames explica que nadie gestiona la reconstrucción en Haití «por un lado las fuerzas de las Naciones Unidas, que ya estaban, que su tema es pacificación, y eso no es lo que se necesita ahora, cuando lo que pide el pueblo es comida. Ya había un terremoto socioeconómico antes de enero. Francia y EE.UU. son los principales torturadores de Haití. España ofrece uno de los apoyos más gratuitos y genuinos, como Cuba y Venezuela, pero el problema es que lo ha canalizado a través del Estado y no sabemos qué rumbo ha tomado la ayuda. El Gobierno haitiano no se inmuta ante el sufrimiento se su pueblo y no descarto la corrupción», concluye Adames..