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Un pupitre iluminado

Setenta estudiantes ciegos o discapacitados visuales cursan sus estudios en León con el apoyo de cinco maestros, un piscólogo y la más novedosa tecnología desde Educación Infantil hasta la Universidad

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carmen tapia | león
León

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Las dificultades visuales o la ceguera total no les ha cerrado los ojos a la cultura. Sesenta y ocho estudiantes invidentes de León cursan los estudios desde Educación Infantil hasta la Universidad gracias a los apoyos humanos y tecnológicos de última generación que ofrece la Once, un servicio gratuito para los asociados, fruto de un convenio con la Junta de Castilla y León. Cinco maestros y un psicólogo forman parte de un equipo de formación básica de la Once en León que trabajan en la adaptación del material y las ayudas ópticas que necesita cada persona.

Tres niños y niñas en Infantil (3 en León y 1 en Ponferrada), ocho en Primaria, diez en Secundaria, diez en Bachiller, tres en el Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), seis universitarios, uno en la Escuela de Idiomas, uno en la Escuela de Adultos, siete en aulas para personas plurideficientes (que además de la deficiencia visual pueden tener otras deficiencias asociadas, y otros tres que acuden a clases de alfabetización para adultos. Para dar cobertura

A la Once llegan menores traídos de la mano de sus familias, los centros hospitalarios, la gerencia de servicios sociales y los centros escolares. «Nos tienen que traer un informe oftalmológico y, en función de la patología y lo que diga el informe los enviamos a Valladolid para una valoración», explica el coordinador del servicio de la Once, Manuel. «Vamos a todos los centros privados, concertados y públicos», explica, y sus funciones son la de asesoramiento al centro, a los profesores, atención a las familias, apoyo directo a los estudiantes y adaptación del puesto y el material.

Gafas con microscopios, telescopios, lupas televisión, máquinas perkins (que escriben el braille), anotadores parlantes, zoom test, técnica Jaws (la máquina habla a los ciegos), biblioteca en formato Daisy, cdes, mp3... un arsenal tecnológicos para abrir el mundo a los ojos de un ciego, «si no tenemos el libro que necesita adaptado a braille se pide a Valladolid o Madrid, y si no es posible, lo compramos y lo transcribimos en el plazo máximo de un mes». Todo es gratuito para el afiliado.

Profesores de apoyo . Los profesores de apoyo ofrecen acompañamiento desde los primeros años de estudio. Atantxa casado tiene 31 años, es invidente y profesora de apoyo de Lucía, una niña ciega que asiste a clase el Instituto Juan del Enzina, «llevo nueve años trabajando en la Once como profesora, pero a las zonas rurales acuden otros profesores porque yo tengo más dificultades para trasladarme».

En Educación Infantil las visitas al aula son continuas, para enseñar a los alumnos el manejo del braille y el sistema de estudio para un niño ciego. Después el apoyo se hace cada vez menos necesario y son suficientes visitas semanales al aula, para espaciarlos quincenalmente o dejar de hacer acto de presencia en la facultad, «vamos a las aulas tantas veces como lo requiera la criatura y lo que tarde en el proceso de adaptación a la ceguera. El objetivo es que sean autónomos».

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