La PAC rentabiliza la biomasa
Los borradores de la reforma de la Política Agraria Común prevén ayudas directas de hasta 400 euros por hectárea y año a los cultivos bioenergéticos
La cara verde de la Política Agraria Común reflejará el giro hacia los cultivos de biomasa, de forma especial en los del tipo leñoso que ahora comienzan a establecerse sobre terrenos antes ocupados por la agricultura tradicional. La cara verde de la PAC aparece ya en los borradores que se elaboran en la reforma de criterios de ayudas e incentivos agrarios que regirán la intervención pública sobre el agro durante el próximo lustro, con una dotación económica que terminará por consagrar la alternativa de la producción bioenergética: se ha fijado como estimativo un incentivo que podrá llegar a los 400 euros por hectárea y año, ayuda directa, que termina por revestir de atractivo y rentable esta forma de trabajo agrícola. En la provincia de León se ha abierto ya una cuña de actividad en torno al sector primario que refleja expectativas impensables en el sector. Las promotoras trabajan desde hace año en hacer acopio de hectáreas para dar soporte durante las dos próximas décadas a la demanda de materia prima de las fábricas de generación energética que se han proyectado y que se ejecutan en estos momentos en la provincia.
Alrededor de 2.000 hectáreas de terreno agrícola están ya dedicadas a esta función productiva, que se sujeta en un modelo que tiene poco o nada que ver con el tradicional; incluido para los arredantarios de la propiedad que se va a dedicar a producir energía por biomasa. Se contrata por plazos medios que van entre los 17 y los 20 años, con condiciones con las que la agricultura tradicional no puede competir, por rendimientos principalmente.
La bendición económica de la PAC a los cultivos leñosos para aprovechamiento bioenergético -”que a lo largo de los tres próximos lustros van a aportar residuos forestales a las centrales de biomasa-” se sostiene por la función de respeto medioambiental y sostén de los protocolos de reducción de CO2 que compromete a los países europeos a mermar la dependencia de combustibles de origen fósil. La masa de arbolado que comienza a plantarse en las áreas agrícolas más rentables de la provincia leonesa se explotará además como balsa de absorción del CO2, otro yacimiento económico que entra en las previsiones de rentabilidad que las empresas promotoras de la producción y la transformación de la biomasa.
León se ofrece como paradigma del sector agroenergético: cuanta con cinco proyectos de generación industrial que están en fase de ejecución o a punto de iniciarse y un tamiz de tierras agrícolas replantadas con una clase de chopo modificado genéticamente para cambiar el paisaje agrario tradicional. Un cambio que afectará sin duda en los próximos años a la estructura agraria debido a que la búsqueda de superficie para la producción de biomasa se concentra ya en el entorno de las riberas y zonas dedicadas al regadío; incluso en los terrenos que ya están dotados de sistemas de riego a la demanda. También en esta consideración han reparado las empresas que buscan dotarse de materia prima para la incipiente forma de producción energética. Los cultivos leñosos asentados en zonas de modernización no precisarán ni de mano de obra para las tareas de riego en las épocas de estío.
El negocio aún está dedicado a ampliar las áreas repobladas con las especies que mejor rendimiento ofrecen a la hora de aportar biomasa a las centrales energéticas que van a comenzar a producir electricidad desde las riberas del Esla, la Bañeza y el entorno de León capital.