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Cuando Cáritas es la última esperanza

La institución de caridad estrena nueva sede en la calle Sierra Pambley, que todos los días se convierte en destino de un centenar de personas en busca de empleo o ayuda para comer o llegar a fin de mes

Personas que aguardaban ayer en la cola para solicitar ayuda en la nueva sede de Cáritas León, en la

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m. c. cachafeiro | león
León

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Es una cola real como la crisis misma. El drama del paro y el riesgo de exclusión social se escenifican todos los días a las puertas de Cáritas, en el centro de León. El cambio de sede de esta organización social de la Iglesia, desde un viejo piso situado en la Calle Ancha a un remozado edificio cercano, en la calle Sierra Pambley, ha propiciado que un problema que antes no se veía a pie de calle, porque los que solicitaban una ayuda esperaban su turno en las escaleras de acceso a la antigua oficina, sea ahora visible a las puertas de las nuevas instalaciones desde primera hora de la mañana.

No hay una cifra concreta; depende del día. Los lunes es cuando más personas esperan a primera hora. En total, Cáritas atiende alrededor de 100 personas al día, 500 acciones -hay veces que las personas se repiten- a la semana. Cifras que, lejos de ir a menos, no dejan de aumentar en los últimos años.

A la injusta situación de todas esas personas se une la imagen desvirtuada que se puede dar, si no se explica, la propia Cáritas. La nueva sede ha buscado, ante todo, dignificar a quienes piden que se les eche una mano. Solicitar una ayuda, dicen en la organización diocesana, no tiene por qué estar reñido con esperar en un lugar agradable. Si acaso, lo desvirtúa esa cola, que tiene una explicación muy sencilla: todos quieren ser los primeros. Aunque llegar antes no significa que no se le vaya a atender.

La nueva sede de Cáritas en la calle Sierra Pambley aún no está inaugurada oficialmente. Se hará en junio, aunque ya funciona a pleno rendimiento desde hace un mes. En el edificio, sede de una antigua obra cultural, también se abrirán en los próximos meses las oficinas centrales de otras organizaciones ligadas al Obispado de León.

Por la sede pasan, sobre todo, inmigrantes, pero también hay familias con problemas económicos, mujeres afectadas por casos de violencia machista. «No hay nadie que venga que no sienta nuestro calor», señala Carmelo González, presidente de Cáritas.

La mayoría busca trabajo. Cáritas gestiona una bolsa de empleo, y también los hay que van a tomar un simple café o a solicitar una ayuda económica para llegar a final de mes. En los últimos años, el número de demandantes de ayuda se ha duplicado, y también el esfuerzo de la propia organización humanitaria. Sólo en 2009, el número de intervenciones experimentó un aumento del 16%. De 30.000 en el 2008 a las más de 35.000.

Todos los casos, tienen una historia detrás. Antonia (no es su nombre real), una mujer de 53 años procedente del Bierzo, con un caso añadido de malos tratos, buscaba ayer ayuda para llegar a final de mes y encontrar trabajo. Cobra apenas 33 euros al mes porque tenía un empleo por horas hasta que se quedó en el paro. Ayer era la primera vez que iba a Cáritas. Sihm, marroquí, también buscaba empleo. «No sale nada»... Todas historia de una crisis.