Pablo dominicano, uno entre las decenas de los que esperaban ayuda ayer en cáritas
«Trabajé en la construcción, pero ahora no encuentro nada»
Acepta de buen grado salir con nombre y apellidos. No es fácil ser protagonista de quienes peor lo están pasando. Pablo, dominicano de nacimiento, 53 años, casado y padre de dos hijos, era una de esas personas que ayer hacía cola a las puertas de Cáritas León. Ayer esperaba a las puertas de la organización diocesana en busca de un empleo. Trabajó en la construcción en La Bañeza. «Mando currículums y busco por todas partes, pero no sale nada», se lamentaba mientras esperaba su turno.
Aunque esté en paro, prefiere quedarse en España. Cuando puede envía sus familiares 100 euros. «Aquí no es mucho dinero, pero en mi país es una cantidad importante», explica.
En muchos casos, quienes primero han venido a España son las mujeres. Carmelo González, el presidente de Cáritas, dice que son «las madres coraje». Dejan todo para empezar una nueva vida lejos de sus casas. Después, al menos así ha sido hasta que ha estallado la crisis, traen a sus hijos y, por último, viajan sus maridos o parejas. «Yo también vine así», comenta Pablo, al que le gusta España, aunque ahora no lo esté pasando bien. «La gente es formal y muy educada, sobre todo aquí en Cáritas, donde siempre me tratan muy bien», dice.
Este dominicano vive con la ayuda de los 426 euros. Se la gestionó el Inem cuando dejó de cobrar el desempleo.
Cuando se abren las puertas, las personas que aguardan en la calle se sientan en una zona habilitada en la primera planta. Cáritas, como cualquier organización, tiene un horario de oficina, que en su caso comienza a las diez de la mañana. En esa primera planta, cogen un número y esperan a que una monja les llame uno a uno y les distribuya en función de su caso por diferentes mesas. En Cáritas hay personas dedicadas a buscar empleo, a ayudas para personas con problemas....
Pablo lleva en España tres años. Vive en León Y ha trabajado por varios pueblos de la provincia con una cuadrilla de chapuzas. No es la primera vez que ha estado en Cáritas. «He venido varias veces y siempre me han tratado muy bien», insiste. Aunque esté cayendo la que está cayendo, Pablo espera que pronto pueda encontrar un trabajo. «No siempre le va a ir mal a uno. Yo tengo confianza. La crisis económica algún día acabará. Pienso yo», concluye.