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Caballos que son muletas

Hermoso corta un rabo a un toro de Terrón al que se le dio la vuelta al ruedo

León

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Hubo rejones de castigo, banderillas y alardes, pero podía haberse prescindido de todo. Hubo, sobre todo, toreo grande a lomos de su enorme cuadra. Pablo Hermoso de Mendoza volvió a dar en León la dimensión del torero que forma en unión con sus caballos, una dimensión que no deja de crecer. El rejoneador navarro dio ayer un recital de toreo a caballo con un gran toro de Luis Terrón al que cortó con unanimidad de los tendidos las dos orejas y el rabo. Fue sin duda lo mejor de una tarde con mucho bueno: los toros, que con mayor o menor celo siguieron obedientes a las monturas y derrocharon nobleza; el clasicismo y la entrega de Fermín Bohórquez; el grato descubrimiento de Manuel Manzanares y la maestría indiscutible de Hermoso de Mendoza.

Sobre todo, la calidad del torero navarro, la conjunción perfecta con una cuadra excepcional y la entrega que sigue derrochando en la madurez de una carrera que por sus ganas parece que está empezando. Hermoso de Mendoza levantó al público de sus asientos con Chenel, con el que cabalgó a dos pistas y logró meter en la suerte a Saetito. Clavó de poder a poder en el centro del ruedo, pero sobre todo hizo estallar las ovaciones en los ajustados cambios de viaje del toro por los adentros, en los quiebros dejando las banderillas arriba y en el recital de pases con la grupa que dejó un toreo templado y vistoso.

No quedó atrás la faena con Ícaro, que más que sus pasos de doma y las alzadas impresionó dándole los pechos al toro, dejándose llegar mucho y sorteando con los cuartos traseros tras clavar el rejonador al estribo. Exprimió la repetidora y noble embestida del de Terrón el torero, para rematar con el alegre Pirata colocando las cortas y adornándose tocando la testuz del astado con los tendidos en pie. Enterró el rejón de muerte a la primera, aunque provocó derrame, y descabalgó para adornar la muerte del toro antes de ovacionar a su oponente en la vuelta al ruedo que le dieron las mulillas y sacar a saludar al mayoral en su aplaudida vuelta al ruedo con los máximos trofeos.

Al que hizo quinto le citó Silveti con la mano antes de los embroques y lo llevó prendido en la cola cabalgando a dos pistas a lo largo de la barrera. Con Pata Negra se adornó en las vueltas ante la cara del de Terrón, dejándoselo llegar hasta resultar tropezado; y de nuevo arriesgó con Pirata colocando las cortas a dos manos, descarándose el caballo y adornándose con el teléfono.

Tras el triunfo del rejoneador estellés en su primero salió espoleado Fermín Bohórquez en el segundo de su lote, y gustó especialmente la espectacularidad de Bohemio, con repetidas alzadas y alardes de monta del bellísimo caballo. Clavó arriba y retuvo al toro, que buscaba la salida cuando el caballo se iba de su cara pero acudía con alegría a los cites. Con Melero remató una actuación entregada, con banderillas a dos manos. Cortó una oreja tras un rejón bajo y medio más eficaz que hizo rodar al toro.

En su primero toreó el jerezano fiel a su estilo, colocando al estribo y encelando con la cola antes del balanceo con Rubia. Clavó con pureza y alegró con la expresividad del caballo los tendidos, antes de sacar a Melero. Falló sin embargo con los rejones de muerte, y perdió el trofeo.

Muy buena impresión dejó Manuel Manzanares, que practica un rejoneo elegante y ejecuta las suertes con gran pureza. Mucha soltura para el poco tiempo que lleva en los ruedos, y una personalidad que le hace no renunciar a su concepción de las suertes para conectar con los tendidos, a los que llega con facilidad. No regala alardes sin sentido para ganar el favor del público.

Mostró una cuadra (buena parte de sus caballos con el hierro de Hermoso de Mendoza) que promete mucho y que a buen seguro dejará pronto nombres para el recuerdo.

Con el primero se fue siempre de frente a colocar las banderillas, clavó al estribo y ejecutó las suertes con pureza y serenidad. Se dejó llegar al toro y se adornó con vueltas en su cara, arriesgando cuando el astado se aquerenció en tablas.

En el que cerró festejo citó de frente y clavó al quiebro, se fajó con las cortas ante un toro ya más parado al final de la faena y le dió la ventaja de los adentros para aprovechar su querencia. No se desanimó ante las dificultades que le fue poniendo el toro pero en la última suerte pasó en falso varias veces y clavó con regular acierto antes de que el toro doblara. Perdió así la puerta grande.