El radar que se queda en carcasa
El de Miguel Castaño no compartirá el sistema con el proyectado en Padre Isla
El radar de Miguel Castaño no compatibilizará su función con el instalado en Álvaro López Núñez, en la confluencia con la avenida Padre Isla. El nuevo concejal de Tráfico, Ricardo Gavilanes, ha decidido que, de momento, no se cambie el software de un lado para otro, como había anunciado el anterior edil del PSOE, debido a los altos gastos de mantenimiento y la necesidad de ahorrar costes.
Por esa razón, el de Álvaro López Núñez continuará siendo una carcasa vacía, que de todas formas puede servir para disuadir a los conductores, pero sin capacidad para imponer multas ni fotografiar a los vehículos que incumplan las leyes de tráfico.
Gavilanes considera que, de momento, debe seguir funcionando exclusivamente el de Miguel Castaño y, más adelante, ya se tomará una decisión sobre el de Álvaro López Núñez. Con ello, aclara el edil, no se descarta la instalación de este segundo radar; simplemente se quiere realizar un estudio más detallado sobre la situación del tráfico en la zona y la necesidad de un mayor control de la velocidad.
Este tipo de radares son muy eficaces, al menos a la hora de poner multas. De hecho, muchos leoneses ya han recibido en su domicilio la papeleta por saltarse el semáforo de Miguel Castaño a la altura de la farmacia. Sin embargo, esa eficacia tiene un coste elevado tanto por el complejo sistema informático como por su mantenimiento.
El anterior concejal de Tráfico decidió en su día que se compatibilizara su uso en esas dos zonas de la ciudad donde el tráfico suele ser muy denso en determinadas horas del día.
El primer semáforo-espía de León, como también se les denomina, se instaló hace dos años, en junio de 2009. Se colocó en Miguel Castaño teniendo en cuenta que es una de las principales salidas de la ciudad y la velocidad media de paso por la zona era bastante alta. En su primer día de funcionamiento, -˜cazó-™ a 33 conductores, si bien la cifra media diaria se mueve en la veintena de infracciones desde entonces, según fuentes municipales, ya que muchos conductores pasan advertidos, bien por multas anteriores, bien por el boca a boca entre los usuarios.
Este tipo de semáforos espía dispone de tres cámaras que recaban información sobre el vehículo que pasa, a lo que se suma un segundo control de la velocidad en el punto de control (semáforo en rojo). El registro incluye una imagen del vehículo desde un punto que hace visible su matrícula así como todo tipo de datos complementarios: día, hora y velocidad. Si excede el límite, es multado.
Este tipo de semáforos espía o radares están instalados en numerosas ciudades españolas. León fue una de las primeras donde se adoptó su colocación para controlar el tráfico en zonas saturadas de tráfico.