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El Rastro regresa con luces y sombras

El Ayuntamiento impone más vigilancia pero no logra que se cumpla la promesa de dar tique de compra

Los puestos del Rastro en Papalaguinda registraron una mayor afluencia que en Clarés.

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C. COMPADRE | LEÓN
León

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El Rastro dominical volvió ayer a Papalaguinda y la gente se hizo notar.

El presidente de los comerciantes, Antonio Rodicio, aseguró que «se triplicó de largo la afluencia» y que todos los puestos reservados para la venta ambulante fueron ocupados. Por su parte, el Ayuntamiento de León insistió en que se cumplieron las medidas impuestas, a pesar de que apenas ningún vendedor ofrecía el tique de compra obligatorio que el consistorio anunció que exigiría a los ambulantes.

El concejal de Policía y Seguridad, Ricardo Gavilanes, matizó que se ha creado una Comisión de Seguimiento en la que están representadas las áreas de Comercio, Limpieza y la del propio Gavilanes. Igualmente, el concejal señaló que por la mañana se revisaron todas las licencias sin que hubiera ningún incidente. Una tranquilidad por la cual velaron los policías locales repartidos por todo el paseo, quienes se encargaron de revisar que no se vendieran productos falsificados.

No obstante, los vendedores están contentos. «Es beneficioso para nosotros, para la hostelería y para toda la gente de la ciudad». Esto es lo que dice Susana Alvaredo, que tiene el puesto número setenta en el mercado dominical. La vendedora asegura que «el estadio no está a la misma distancia, aunque parezca que sí» y que «aquí la gente pasea más a gusto». Además, Alvaredo explica que «esto funciona como una cadena de montaje con la hostelería: la gente pasea por el rastro, compra y después se toma algo por la zona».

Pero las reflexiones de los vendedores no sólo recayeron sobre la ubicación actual del mercadillo. Jesús González mantiene que «León ha vuelto a la sensatez en general; se ve con los cambios en Fernández Ladreda o en el parque de Pocoyó» y que «cambiar el rastro de sitio no era la solución para llevar a cabo las medidas exigidas».

Por otro lado, todos parecen estar de acuerdo en que las medidas impuestas se van a cumplir, ya que «es algo que nos conviene a todos», tal y como asegura Elena Jiménez. «Estar aquí es una maravilla, es respirar otro ambiente», sostiene la vendedora.

Por su parte, Alvaredo manifiesta que «todos debemos de ser responsables con las medidas que se han impuesto, y debería de haber sanciones económicas para quién las incumpliese».