La crisis aleja a los leoneses del bingo, pero se mantienen fieles a las máquinas
? Si hay algo en lo que no pierden la fe los ciudadanos es en que la fortuna les bendiga con un golpe de suerte que aleje de sus preocupaciones diarias la marea de la crisis, las encuestas del CIS sobre agobios de parados y políticos, el problema de la deuda griega o la prima de riesgo deespañola. Tres años de aprietos económicos y financieros han dado al traste con la confianza en la economía y en el sistema, han retraído el consumo en todos sus términos y han convertido en cautela las alegrías financieras de los años de la gran expansión.
Aunque quizá no es correcto decir que el consumo se ha retraído en «todos» sus términos. Sorprendentemente el gasto en juegos de azar, loterías, máquinas y otros modelos de probar fortuna está resistiendo con mejor fortuna que otros negocios el desencanto y apatía que parecen ser generalizados. Con matices, según el tipo de juegos (asociados a perfiles muy determinados de jugadores), la crisis recorta el gasto en casi todo. En ?casi? todo.
Preferencias por los juegos. En el caso de los leoneses los datos de los distintos organismos y administraciones que gestionan el disperso y lucrativo negocio del juego dejan entrever un panorama que en el fondo tiene más luces que sombras. Por ejemplo, en la provincia en los años de crisis se ha reducido el gasto en el casino y, sobre todo, en los bingos; sin embargo el tintineo de las máquinas de muy diversos tipos no ha bajado sus decibelios en los locales de la provincia. Tampoco los juegos que controla el Estado (loterías, primitivas, quinielas) se han movido al son de la crisis, sino más bien al de las preferencias de los apostantes.
En el caso de los juegos sobre los que cobra sus tasas la Junta de Castilla y León el descenso en la recaudación es evidente. Un 15% menos en el último año, y un 25% de caída desde el 2007, antes de que empezara la caída en los ingresos en las arcas autonómicas. Las tasas fiscales que recauda directamente el gobierno regional se centran en las rifas y apuestas, y en ciertos tipos de juegos de azar: bingos, casinos y máquinas recreativas.
El año pasado la Junta recaudó en la provincia por estos conceptos 16,6 millones de euros, frente a los 19,6 millones del 2009 y lejos de los más de 22 millones de euros que aportaron los impuestos de los establecimientos y máquinas de juego de la provincia en el 2007, antes del inicio de la crisis.
Sin embargo, no todos los sectores de juego controlados por la Junta han tenido la misma evolución. Según las memorias económicas de la Consejería de Hacienda, el casino de León (uno de los tres que hay en la Comunidad, junto al de Boecillo y al de Salamanca) aportó a las arcas públicas en tasas 312.000 euros el año pasado, frente a los 335.000 del ejercicio anterior y a los 444.000 del 2007, antes de iniciarse las dificultades económicas.
El bingo, con menos clientes . Pero es en los bingos donde más se ha dejado notar el retroceso del «consumo» en apuestas al azar. La provincia cuenta con tres salas de este tipo en activo, del total de 21 que hay en la Comunidad y de las 399 que operan en el conjunto del país. Es en este grupo del sector de juego donde con más fuerza se ha dejado notar el cambio de tendencia en la economía en general. El año pasado los tres bingos de la provincia vendieron 12,2 millones de cartones, frente a los 14,3 del 2009 y lejos de los 17,6 millones de cartones que vendieron en el 2007.
El sector se ha quejado reiteradamente de la alta fiscalidad que sufre esta actividad (un 20% de tributación por cartón vendido), y lamenta que su perfil de cliente esté muy lejos de la necesaria renovación generacional para dibujar un futuro más optimista a este negocio. Personas de edad avanzada que por unas u otras razones han ido dejando de acudir a los bingos, que sólo en la provincia vendían hace una década casi 20 millones de cartones al año, un negocio que hoy prácticamente se ha reducido a la mitad.
La recaudación de la Junta en las tasas que cobra a los salones de bingo leoneses es buena muestra del declive de este negocio: desde el inicio de la década y hasta el 2007 la recaudación se mantuvo, con altos y bajos, en una media de algo más de siete millones de euros anuales. En el 2008 y 2009 se redujo, pero fue en el último ejercicio cuando cayó vertiginosamente, hasta fijar las tasas cobradas por la Consejería de Hacienda en el 2010 en 3,3 millones de euros. Eso, y 5,4 millones menos de cartones vendidos en cuatro años para probar suerte y cantar la línea, o el bingo.
En cambio la preferencia por las máquinas de juego que entonan bares y establecimientos provinciales no ha perdido adeptos. De hecho, ni siquiera el número de aparatos colocados ha registrado un descenso destacable.
Desde el 2007 la cifra de máquinas colocadas en locales públicos en la provincia se ha reducido un 0,8% en estos años de crisis, al pasar de 3.620 en el 2007 a las 3.591 registradas el año pasado. No muy lejos de las 3.706 que había instaladas en el 2001.
La recaudación sí ha registrado un descenso importante en términos generales, aunque no tanto porcentualmente. En el 2001 las máquinas de juegos y azar que se ofertaban al público en los establecimientos de la provincia permitieron a la Junta recaudar 14,7 millones de euros. En el 2007 la cifra se mantenía más o menos estable en 14,4 millones de euros. Desde entonces, con la crisis, se ha vivido un descenso en la recaudación, pero muy suavizado. El año pasado el registro de la Consejería de Hacienda recaudó 13 millones de euros en este concepto. En el conjunto de la Comunidad, nada menos de 63 millones de euros en tasas al clink-clink de las «tragaperras».