La dirección niega representación a los críticos del PSOE
Fernández opta por el silencio y por no contestar al manifiesto de Astorga
El día después de la reunión de los críticos del PSOE, celebrada en Astorga, dejó ayer un mensaje de indiferencia por parte de la dirección socialista encabezada por Francisco Fernández. Por un lado, el silencio del ex alcalde de León y, por otro, las declaraciones del secretario de Organización, Ibán García del Blanco.
El número tres del partido pidió ayer, en declaraciones a Radio León, un llamamiento al trabajo, más después de la convocatoria de las elecciones, pero «ni un minuto para problemas internos». Además, fuentes del sector oficial aseguraron que los críticos, entre los que se encuentran el presidente de Paradores, Miguel Martínez, y tres senadores por la provincia, viven «en una burbuja».
Sin embargo, detrás de las declaraciones subyace cada vez con más fuerza una fractura en el Grupo Municipal, tras conocerse que dos concejales del PSOE como Vicente Canuria y José Antonio Díez, estuvieron presentes en Astorga. Según fuentes socialistas, la noticia de su presencia ha molestado profundamente a Francisco Fernández, quien pensaba que el grupo estaba cohesionado pese a la derrota del pasado 22 de mayo.
Aunque ha tenido menos trascendecia pública, los críticos también consideran relevante que estuviera en Astorga Faustino Sánchez, miembro de la ejecutiva provincial.
Durante el mes de agosto, el grupo crítico, en el que también figuran otros destacados dirigentes como José Giménez, tienen previsto recorrer la provincia con el objetivo de pedir firmas entre militantes y cargos públicos para exigir la dimisión de la ejecutiva.
En el debate interno que se está produciendo se esconde, según fuentes de la ejecutiva, un intento de la vieja guardia de retomar el control ante la confección de listas para concurrir a las elecciones del 20 de noviembre, que ayer fueron convocadas por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Los críticos achacan a la dirección encabezada por Francisco Fernández haber dilapidado el legado de Zapatero, tanto con su falta de comunicación como por la prepotencia con la que han actuado estos últimos tres años.