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san andrés del rabanedo

Un verano sin límites

Quince usuarios del centro de atención a la discapacidad de San Andrés, Campf, participan en la primera edición de los campamentos ‘Esfuerza’ en La Coruña.

Carmen disfruta de una jornada de vela en aguas coruñesas gracias al campamento ‘Esfuerza’.

Publicado por
N. g. sabugal | redacción
León

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Carmen ya maneja la vela con cierta soltura y le encanta sentir en la cara la brisa y el olor del mar, aunque no pueda verlo. Carmen es ciega de nacimiento y una de las usuarias del Campf de San Andrés del Rabanedo, el centro estatal de atención para personas con discapacidad. Sin embargo estos días ha sido ‘Carmen la marinera’ gracias a una iniciativa pionera: el primer campamento de verano de la Fundación María José Jove, que permitirá que hasta mañana quince usuarios del Campf de San Andrés pasen unos días en las playas coruñesas y practiquen todo tipo de deportes.

«Estoy encantada con esto, un chico me ayuda con el mástil pero la vela la llevo yo», dice Carmen, que también ha superado parte de sus problemas de movilidad gracias a una reducción de estómago que le hizo bajar 60 de los 130 kilos que pesaba. Eso y la ayuda del Campf de San Andrés, del que es usuaria hace tres años, hace que Carmen sea hoy mucho más autónoma. Una palabra clave para cualquier persona con discapacidad y que es el objetivo de estas actividades deportivas en la cercana Galicia.

«La experiencia de dejar la silla de ruedas en el pantalán y meterse en el mar en un barco es impagable», explica Javier Casal, coordinador de estos recién estrenados campamentos de verano, llamados Esfuerza. «Al principio van con un monitor, pero la mayoría acaban saliendo solos en el barco. Promovemos la autonomía en todas las actividades del campamento», añade Casal.

Y es lo que los participantes en la iniciativa más valoran. Por ejemplo Maricruz, que estos días ha cambiado las ruedas de su silla por las de una bicicleta adaptada. O la deja aparcada mientras se acerca en piragua al castillo de San Antón. «Ver que haces una cosa por ti misma es una satisfacción que no se puede ni describir», afirma. A esta leonesa de Matalobos del Páramo también le ha cambiado la vida estar en el Campf, donde reside desde hace algo más de dos años. «Antes ni salía cuando estaba en casa y se me caían las paredes encima, pero en el Campf hay muchas actividades y desde que entré mi vida es distinta por completo».

Maricruz tiene ataxia desde los 17 años, una enfermedad degenerativa del sistema nervioso que provoca la descoordinación del movimiento muscular. No tiene cura y precisamente uno de los medios para combatirla es el ejercicio físico. «Para mi enfermedad no hay ningún tratamiento, sólo se puede retrasar haciendo deporte, por lo que para mí es un beneficio grandísimo».

A Antonio también le cambió la vida de un día para otro. Tuvo una hemiplejia hace dos años que le dejó en coma durante un mes y le impidió seguir con su trabajo como administrativo en la consejería de Educación. Debido a eso tiene problemas de movilidad en el lado derecho del cuerpo. De las actividades del campamento Esfuerza la que más le ha gustado es el piragüismo, porque es un deporte que practicó de más joven. «De chaval hacía piragüismo y por eso me ha traído muchos recuerdos», señala.

Como Carmen, Maricruz y Antonio, otras muchas personas con algún tipo de discapacidad han podido dejar atrás sus dificultades y disfrutar también del verano. Esta primera edición de los campamentos Esfuerza, en los que colabora la Fundación Rose Caja Mediterráneo, les permite realizar actividades adaptadas que no podrían hacer de otro modo. Es además una iniciativa cuyo objetivo es mejorar la autonomía. Porque, a pesar de todo, como recuerda Maricruz, «hay que aprender a convivir con la enfermedad». Eso sí, en medio del mar hasta eso se olvida, a veces.

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