Diario de León

Tráfico y trata, dos caras de la misma moneda

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El tráfico ilegal de personas, a pesar de una cierta similitud aparente, no tiene nada que ver con la trata de personas.

Las diferencias son muy numerosas. En el tráfico ilegal de personas, además de contar con la autorización del implicado, conocedor en muchas ocasiones de la irregularidad que está cometiendo, la acción concluye cuando se llega al país de destino.

Sin embargo, en la trata de personas el viaje es sólo el comienzo, además del pretexto. Y es que, los costes del transporte es lo que utilizan las mafias para retener a las víctimas, reclamándoles el pago del viaje, incrementado en un alto porcentaje con los intereses que la red ilegal impone a su gusto.

Una deuda que nunca se salda. Bajo amenazas, o mediante el uso de la fuerza física, se obliga a las víctimas a trabajar bajo las condiciones que la red impone, siempre pésimas, con el fin de pagar una deuda que, por norma general, nunca se acaba, sino que va aumentando con el paso del tiempo debido a determinadas actuaciones de las víctimas, que las mafias consideran como «inadecuadas».

Así, las mujeres, quienes representan la mayoría de las víctimas de la trata de personas están bajo la influencia de criminales, que prometen buenos trabajos e, incluso, oportunidades de estudio. Sin embargo, una vez en el país de destino, la realidad es completamente diferente. La mayoría de ellas se ven involucradas en redes de prostitución.

Otra diferencia con el tráfico ilegal de personas radica en que éste es siempre trasnacional, mientras que la trata puede no serlo aunque lo más frecuente es que las bandas recluten a sus víctimas en países diferentes a los de destino.

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