Pintadas en el muro más olvidado
El antiguo depósito de Puente Castro es ahora un lugar para reivindicaciones.
Vista del depósito de Puente Castro, ayer, con las últimas pintadas en sus muros sobre Lancia o reivindicaciones sociales.
Victoriano Crémer contaba en su libro de memorias ‘Sólo ante el espejo’ que el depósito de agua de Puente Castro fue «uno de los muchos lugares elegidos por los sublevados del año 36 para realizar «paseos» y fusilamientos tras juicios sumarísimos». En sus muros cayeron muertos muchos de los protagonistas leoneses del bando republicano y simples ciudadanos de a pie. Pero no hay cálculos de víctimas, ni siquiera un pequeño reconocimiento a uno de los lugares más trágicos de la Guerra Civil en León.
Tampoco ha logrado dignificar este viejo lugar de almacenamiento de agua el hecho de que, diez siglos antes, se erigiera en la zona la mayor aljama judía de España. Aunque hace unos años se llegó a anunciar que se reconvertiría en un aula arqueológica para explicar el paso de los judíos por la ciudad, nada se ha hecho.
El depósito de Puente Castro, que se puede divisar desde buena parte de León, es un lugar olvidado, que sólo está recobrando algo de vida gracias a las pintadas que llenan sus muros, aunque sea muy discutible. Hay también quien puede pensar que es una falta de respeto a su negro pasado.
La última, pidiendo que se salve el yacimiento de Lancia en la futura autovía a Valladolid. «SOS Lancia» es el último grito en su pared oeste, junto a otro que pide que se tome la calle, relacionado con el movimiento del 15-M.
El cerro de la Mota, o la Mota del Castro, como también se conoce a esta zona, es un lugar aún por descubrir para los investigadores. En un estudio realizado hace unos años por Javier Castaño, de la Universidad Complutense, y José Luis Avello, de la Universidad de León, en colaboración de Margarita Tascón, se constataba la importancia arquelógica de la zona, tanto en la parte baja de la Candamia como en las estribaciones de esta loma camino de la Sobarriba.
Puente Castro es un barrio que a ese pasado judío infravalorado históricamente une algunas de las páginas más sangrientas de la represión franquista. No sólo por el antiguo depósito de agua; también los muros del actual cementerio de León fueron testigos de fusilamientos.
Junto a San Marcos o el Monte de San Isidro, el viejo depósito es uno de esos lugares donde la historia sigue presente. Ahora en forma de grito. Un grito discutible.