Desciende un 7% el listado de usuarios del Hogar del Transeúnte
Casi un 30% de las más de mil personas que lo han usado estrenaban el servicio.
Imagen de archivo de un usuario del Hogar del Transeúnte junto a dos monjas.
El Hogar Municipal del Transeúnte de León proporcionó el año pasado alojamiento a 1.042 personas, de las que 288 acudieron por primera vez, una cifra ligeramente inferior a los 1.109 atendidos en 2010 (263 por primera vez). El perfil del usuario es un hombre soltero, de entre 50 y 59 años, extranjero, sin recursos y con más de diez años en el paro.
Uno de cada siete no dispone de ingresos económicos o tiene dificultades para gestionarlos. Los usuarios del Hogar también destacan por su desarraigo, ya que muchos provienen de países tan dispares como Canadá, Australia, Congo, Escocia, Gambia, Ucrania, Holanda o Pakistán, y son mayoritarios los ciudadanos búlgaros, marroquíes, portugueses y rumanos. Más de 5.000 personas sin hogar recurrieron el año pasado a los albergues ubicados en distintas ciudades de Castilla y León para poder pasar una o varias noches bajo un techo. Pese a la grave crisis económica, esta cifra es similar a la de los años precedentes en la mayoría de los albergues, con excepciones como el Centro de Acogida de Transeúntes ‘Madre Bonifacia’ de Zamora, que batió durante el último ejercicio todos los récords con 541 atendidos, casi los mismos que en los tres años anteriores juntos.
Casos extremos. Esto no significa que la crisis no esté provocando un incremento de la exclusión social, sino que los que llegan a pedir un lugar para dormir son casos «extremos», según explica Magdalena Palomo, la trabajadora social responsable del programa de atención a personas sin hogar de Cruz Roja Valladolid. «Sí hay un nuevo perfil de demandante de recursos, pero la mayoría pide fundamentalmente alimentos, pago de facturas o ayudas de emergencias, pero eso no quiere decir que acaben directamente en el albergue, esto es un proceso y pedir una cama es casi el último escalón», explica.
Además, aclara que en estos centros no se pueden alojar ni familias ni menores ni parejas, por lo que este tipo de gente sin recursos recurre a otras ayudas.
La mayoría de las personas que duermen en los albergues son hombres que no tienen trabajo ni ningún tipo de recurso económico. Entre ellos hay un elevado número de extranjeros, que varía mucho dependiendo de la provincia, y suelen contar con una multiproblemática en la que se mezclan desde adicciones hasta enfermedades mentales y carencias afectivas, aunque en muchos casos buena parte de estos problemas son consecuencia de su situación de exclusión y no la causa.