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Las pérdidas de la memoria

Una enferma de alzhéimer de 81 años camina perdida 22 kms en nueve horas.

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carmen Tapia | león
León

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Laura tiene 81 años y padece alzhéimer. El 10 de mayo acudió acompañada al centro de salud de Eras de Renueva para recoger unas recetas. Mientras su marido arreglaba unos papeles, Laura se lavantó de la silla y se puso a caminar. Eran las 12.30 horas. Anduvo durante nueve horas sin parar, hasta llegar cerca de Santas Martas, a 22 kilómetros de León. Las fuerzas de seguridad desplegaron un dispositivo especial de búsqueda. Su familia no se explica cómo una señora de su edad, que da señales de cansancio en el trayecto de su casa al Centro Alzhéimer, pudo caminar sola por la carretera sin que nadie detectase su presencia ni ella mostrase señales de agotamiento. La Guardia Civil la encontró sentada en una terraza de un bar. Su presencia llamó la atención de unos clientes, que se acercaron para hablar con ella. Eran las nueve y media de la noche. Se dieron cuenta de que algo no funcionaba bien y llamaron a la Guarcia Civil. Los agentes llegaron acompañados de su marido que, al verla dijo: «¡Vaya susto!»; a lo que ella respondió: «¿Por qué?, os estaba esperando aquí sentada». Nunca más volvió a hablar del incidente.

Angustia y estrés

Las familias de las personas enfermas del alzhéimer viven con estrés y angustia la posibilidad de la pérdida de las aproximadamente 8.000 personas con la enfermedad en la provincia. «El cuidador o cuidadora es una persona mayor, al que la sociedad exige que tenga la capacidad de preveer que una persona, con la que ha vivido toda la vida, pueda tener un despiste y perderse», asegura la gerente de la Asociación Alzhéimer de León, Flor Juan. El miedo de las familias lleva a la asociación a investigar en nuevos métodos tecnológicos que permitan la localización del paciente en pocos segundos. En la memoria del enfermo de alzhéimer se borran no sólo los recuerdos, sino los pasos que ha de dar para volver por el camino que ha recorrido durante toda su vida.

La madre de Conchi y Juli Gutiérrez se perdió durante unas horas en agosto del 2011. «Estaba en el centro, en el Chef, salieron a pasear y, en un momento, se giró y comenzó a caminar para otro lado. Se metió en el albergue del peregrino. Buscamos por los alrededores, por el río, por todas partes. Estuvo dos horas perdida. Piensas que se ha podido caer, que lo puede estar pasando mal. Es horrible cómo se pasa. Cuando la encontramos estaba tan tranquila. Le pregunté: Mamá ¿qué haces?, pero no me contestó, sonrió y como si nada».

«Cuando la enfermedad está en sus fases más avanzadas no les quitas la vista de encima, el problema está en las fases iniciales», aseguran Margatira y Beatriz Nicolás Ruiz. Su madre, Juana Ruiz, está en una residencia. «Mi madre empezó hace cuatro años, se le notaban cambios pero muy poco a poco. Vivía sola. Una vez me llamó al móvil y me dijo que no sabía dónde iba. Había cogido un autobús para venir a mi casa, a Villabalter, pero se dirigió hacia Armunia. Se bajó en Antibióticos y comenzó a caminar, desorientada. Le dije que me diera una referencia y le pedí que no se moviera. Localicé el sitio y cuando llegué estaba allí parada, sin moverse».

El marido de Felicidad Ramos tiene alzhéimer desde hace 10 años. «Se resiste a venir a los talleres, un día se escapó, se montó en un autobús y llegó a casa, me asusté, cualquier día se puede perder».