Lazos de oro forjados con 50 años
El Ayuntamiento homenajea a media docena de matrimonios que superan el medio siglo casados, dentro de los actos organizados para la Semana del Mayor.
Esteban Marcos González «no quería casarse». «Había tenido una novia muy novia, que lo dejó por otra y yo empecé a consolarlo. Anduvimos 10 años haciendo el tonto hasta que le dije que ya no me quería casar con él, para picarlo, y entonces, me lo pidió», recuerda Esther Rodríguez Roldán 50 años después de haber pasado por el altar. Una de las seis historias de bodas de oro que ayer homenajeó el Ayuntamiento de León, dentro de los actos de la Semana del Mayor. «A los jóvenes, yo les daría un consejo: menos lo que no se puede aguantar, como que te peguen o te maltraten, el resto se aguanta todo; se discute y se reconcilia uno, que es lo más bonito. Hay que convivir y quererse como el primer día», relata como resumir la fórmula gracias a la cual ha resistido unida a su esposo después de medio siglo de matrimonios.
El caso de Esther Rodríguez y Esteban Marcos compartió espacio con otros cinco matrimonios: Lázaro Román Marinelli y Celia Valdés González; Jesús Pérez Carriedo y Ana María Álvarez Aller; Francisco Álvarez Hernández y María Rosa Fernández De La Mata; Ramón Chamorro Martínez y Esther González Gómez; y Aureliano Pastrana Díez y Mari Luz Robles Pardo, acompañados por sus familias.
Seis parejas a las que el alcalde de León, Emilio Gutiérrez, puso como «ejemplo de que superar las dificultades de la vida y cumplir medio siglo en común es posible». «Ahora, que los divorcios están al día, verles a ustedes es un acicate para quienes creemos en el matrimonio», subrayó el regidor del PP, dentro del discurso de homenaje con el que puso el acento sobre la importancia de quienes «han conseguido con su sacrificios y trabajo que hoy en León se viva mucho mejor que hace 50 años».
El acto se cerró con una actuación del duo cubano Tradición, que interpretó como regalo la canción «Dos gardenias», de Antonio Machín, para que recordaran las verbenas de sus tiempos. Como las vividas por Esther y Esteban. «Nosotros nos criamos casi juntos en Otero de Curueño», apunta. Y ahí siguen.