Alas del cielo leonés

Un cielo abierto azul marino se abrió ayer paso por el centro de León. Casi 400 brazos como alas, acompasados, con marcialidad, lustrosos los zapatos negros, con el tintineo de las borlas del uniforme de gala. La compañía rumbo a la Catedral por la Calle Ancha, en fila de a tres, arengada por las notas de Legionarios del Aire , después de haber atravesado el paseo de la Condesa de Sagasta y Ordoño II. Las dos últimas promociones de la Academia Básica del Aire de desfile por la ciudad hasta formar a los pies de la Virgen Blanca, en la plaza de Regla, como si estuvieran ante su patrona, la Virgen de Loreto. Y ahí, en medio del silencio reverencial de los cientos de leoneses que acompañaron el acto, cuatrocientas gargantas para cantar la Salve de Aviación : «Si nuestras alas se quiebran, / al final de nuestro vuelo, /antes de llegar al suelo, /tus brazos con amor se abran, / Salve, Madre, Salve, Reina del Cielo».

El aplauso rendido de los leoneses, terminada la ofrenda, extedió un reconocimiento que tuvo diferentes escalas en el recorrido. La muestra del «sentimiento de hermandad» que une a la Academia Básica del Aire León con, donde «los uniformes conviven entre nostros como una parte más del paisaje» de la apital leonesa, como alabó el alcalde, Emilio Gutiérrez, después de «reconocer y recibir con los brazos abiertos» a los 336 alumnos como hijos adoptivos de la ciudad. Un conmemoración iniciada en el año 2002, cuando se entregó la medalla de oro de la ciudad a la institución militar, que se abrió por primera vez al pueblo y que se repitirá todos los años en coincidencia con las fiestas de San Juan y San Pedro, adelantó el regidor del PP.

El acto en tres escenarios —se abrió en la plaza de San Marcos, tomó la ciudad hasta erguirse ante la Catedral y terminó de mecerse en San Isidoro con el concierto de la unidad militar— refleja la «generosidad» de una ciudad que «siempre se ha sentido enormemente identificada con la aviación», reseñó el coronel jefe de la academia, Lucas Branchales, quien rememoró el acto por el cual León, «el 28 de noviembre de 1921 cedió los terrenos» donde se levanta la base militar. «Este es el ejemplo perfecto de la simbiosis que debe haber entre la ciudadanía y las fuerzas armadas», subrayó.

Derrochó Bronchales palabras de agradecimiento hacia la «muy noble y leal ciudad de León» y, por extensión, hacia el «bizarro y abnegado pueblo leonés», en el que ha encontrado «hospitalidad, generosidad y esfuerzo, venciendo erróneos estereotipos». «Estamos orgullosos de llevar en nuestro rombo y en el emblema de la academia, el león. Este reconocimiento perdurará en nuestros corazones, tornándose en compromiso permanente con todos los leoneses», subrayó el coronel, antes de mandar marchar a la tropa.