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El refugio provisional

El recorte de un 40% de las subvenciones pone en riesgo las casas de acogida.

Mbarka, de 33 años, posa con su hija Zainab, de 3 años, en la casa de acogida de la Fundación Isadora Duncan.

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carmen Tapia | León
León

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Por los dos pisos de acogida que la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan tiene abiertos en León han pasado en 22 años 331 familias. Actualmente están refugiadas en este recurso social cinco mujeres y dos niñas en riesgo de exclusión por ser víctimas de violencia de género o mujeres que forman una familia monoparental con hijos a su cargo, todos en el umbral de la pobreza, al no haber disponible una subvención específica para ellos.

Las mujeres recurren a este refugio acosadas por una situación personal que las deja en la calle, con hijos, sin recursos y, generalmente, víctimas de maltrato físico o psíquico. Tres mujeres están en lista de espera para entrar en los pisos que Isadora Duncan tiene en León. Los servicios sociales de cualquier punto de España les buscan cobijo hasta que resuelven su situación personal. 331 familias con sus 331 historias atrincheradas entre las paredes de estos pisos con 16 plazas disponibles.

Las mujeres que viven actualmente en los pisos proceden de Marruecos (3), Bolivia (1), y un país del Este (1). Están desahuciadas, con problemas familiares y sin recursos. La normativa por la que se rigen estas casas les permiten permanecer en ellas hasta un máximo de 9 meses. «Pero estudiamos cada caso. Hay mujeres que han estado aquí hasta dos años», explica Alicia González, la directora.

El mantenimiento de los dos pisos de acogida tiene un coste anual de 108.000 euros y los ingresos suman 67.600 euros. La crisis económica deja a este recurso con un recorte que ronda el 40% procedentes de las subvenciones del Ayuntamiento, Diputación y Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales. «Tenemos un déficit de 40.400 euros, que difícilmente asume la Fundación gracias a su autofinanciación, donativos privados y ayudas. Este año, al ser tan elevado el déficit, no sabemos si supondrá el cierre de las casas de acogida después de 22 años de funcionamiento», asegura Alicia González. «En el 2012 el único presupuesto que sigue igual es el del Ministerio, 62.100 euros. La Junta ha recortado el 80% quedando en 5.500 euros. De la Diputación y del Ayuntamiento aún no sabemos nada».

Las historias

Entre las aportaciones privadas está la suscrita con la Caixa, que renueva su convenio de colaboración con un aporte de 24.000 euros.

Mbarka es marroquí. Tiene 33 años. Lleva cuatro meses acogida en la casa con su hija Zainab, de 3 años. «Me casé en Marruecos hace siete años, pero no funcionó.. Sufrí maltrato psicológico. No nos llevábamos bien. Me separé, pero no tengo recursos para sacar adelante a mi hija. Él le pasa a su hija 100 euros de vez en cuando. Ahora estoy buscando trabajo en limpieza o cuidado de gente mayor para darle un futuro mejor a mi hija»

Karina tiene 35 años. Ha pasado por otra casa de acogida en Valladolid. Llegó hace 14 años desde Marruecos, con su marido, que es su primo, del que se separó. Tiene dos hijos que viven con sus padres en Madrid. Karina intentó rehacer su vida con un español, pero no salió bien. «Tiene problemas familiares porque no aceptan su situación». Ella quiere volver a Madrid, más cerca de sus hijos. «Nos encontramos con que las mujeres marroquíes llegan con pocos papeles, porque en su país no hay tanto control con las partidas de nacimiento. No sabemos la edad exacta de estas mujeres», puntualiza la directora de la casa.

Evelin es Boliviana y está a punto de dar a luz. Es su segundo hijo. El primero tiene 10 años y vive con sus padres en Bolivia. «No tengo ninguna relación con el padre del hijo que espero». Desde que llegó a España hace ocho años no ha dejado de trabajar. Ahora está en paro. «Quiero volver a mi país pero no puedo hacerlo hasta que pasen cinco meses después de dar a luz», asegura Evelin.