Diario de León

Crímenes sin resolver en la memoria

■ La decisión de archivar el caso de Rocío Fernández reabre la crónica negra.
■ Las muertes de Sheila Barrero o María José Zapico nunca fueron esclarecidas.
■ La Justicia no ha encontrado culpable para una decena de casos en la provincia.

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a. formoso getino | redacción
León

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Sheila Barrero Fernández. María José Zapico. Antonio Hernández. Constantino Guerra Pérez. Rocío Fernández Ameijeiras. Estos son sólo algunos de los dramáticos crímenes que en las últimas décadas han conmocionado a la sociedad leonesa. Algunos de ellos aún sin resolver. Otros, a la espera de no caer en el olvido, como es el caso de Rocío Fernández, una joven de 24 años que falleció asesinada el 7 de junio de 2005 y cuyo cadáver fue encontrado en un vertedero en Navatejera. La familia de Rocío ha presentado un recurso a la Audiencia para evitar que el caso quede sobreseído, tras el auto de archivo dictado por el Juzgado de Instrucción nº3 de León.

Sin embargo, los casos que más sacuden la memoria en la crónica negra leonesa son los que siguen aún sin esclarecer. Sheila Barrero Fernández fue vista por última vez en la carretera que une Villablino y Degaña. La última semana de enero de 2004 la joven, de 22 años, era encontrada en su vehículo, asesinada de un tiro en la nuca. Sheila, en algún momento se desvió de su camino a casa tras salir del pub en el que trabajaba, y pese a la lucha incansable de la familia, el asesino huyó sin dejar rastro, y el caso, sigue sin esclarecer.

Otro de los notorios casos de los que no se ha encontrado culpable es el de María José Zapico, de 19 años. La madrugada del 19 de agosto de 1993 aparecía en el maletero de su coche el cuerpo calcinado de la joven. La actuación de los Bomberos para sofocar el fuego del coche eliminaron toda prueba. Lo único que se supo es que María José fue estrangulada con un pañuelo.

Constantino Guerra Pérez es otro de los asesinatos sin aclarar. El taxista, de 37 años, apareció brutalmente asesinado en el kilómetro 1,8 de la carretera que une Toreno y Vega de Espinareda, en el Bierzo. Constantino fallecía de seis disparos a bocajarro en la espalda y la cabeza en 1 de junio de 2001. El último servicio que hizo fue de madrugada en un local de alterne. No se encontraron culpables.

La muerte, en extrañas circunstancias, de la anciana de Alcedo de Alba el 25 de enero de 1998, llevó a múltiples vecinos a salir a la calle en señal de protesta en numerosas ocasiones al no encontrar al responsable. La anciana apareció muerta en su huerta tras lo que aparentemente fue un robo.

También en el año 1998 se cerraba cualquier anhelo de conocer las causas del fatal desenlace para la familia del pequeño Antonio Hernández, que permaneció varias semanas desaparecido de su casa. Su cadáver fue hallado junto al río Torío.

La calle Lope de Vega fue testigo de otro trágico suceso. En 1994 un hombre y una mujer fallecían en un incendio del inmueble en el que se encontraban. Fue un incendio provocado, el pirómano sin embargo, nunca fue identificado.

Las vacaciones de Pablo Flecha y su esposa, leoneses residentes en Francia, finalizaron de manera trágica pasando a formar parte de la crónica de sucesos de los ciudad. Era el año 1993 y la pareja había aparcado la autocaravana en la que viajaban en el paseo de Papalaguinda. Un arma blanca acabó con la vida del matrimonio, se barajó el robo como móvil, pero nada más se supo de ambos asesinatos.

José López García apareció muerto el 15 de enero de 1992 en Valderas, en los bajos del edificio en el que residía. Una herida de bala en el pómulo, con salida por la nuca, fue la causa de la muerte del joven. se relacionó el caso con un posible ajuste de cuentas, pero no se encontraron culpables.

La muerte de la alemana Edda Schneider, en el Bierzo, es otra de las muertes que se suman a la lista negra de asesinatos o desapariciones sin resolver. Su cuerpo fue hallado por los perros de unos cazadores el 18 de noviembre de 2007, aunque llevaba desaparecida desde mayo de 2006 en Las Médulas.

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