Diario de León

«Me abrazó con la pistola en la mano, me solté porque tenía miedo y me disparó»

Los médicos dan el alta a Mary Elzira Pérez, herida por su marido antes de suicidarse de un tiro en la cabeza.

La Policía toma declaración a familiares tras el suceso en la cafetería Cani, en Pinilla.

La Policía toma declaración a familiares tras el suceso en la cafetería Cani, en Pinilla.

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carmen Tapia | león
León

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Los médicos dieron ayer el alta a Mary Elzira Pérez, la mujer de 55 años herida en el hombro tras recibir un disparo de su marido, que después se suicidó de un tiro en la cabeza. Los facultativos consideran que las heridas físicas de esta española de origen colombiano están casi curadas, pero Mary Elzira recibió la noticia con lágrimas en los ojos, todavía en estado de shock, en la cama de uno de los boxes de Urgencias del Hospital de León, donde permaneció toda la noche en observación tras ser intervenida. Las heridas psíquicas tardarán tiempo en cicatrizar.

«Usted decide», le dijo el médico, «si quiere puede quedarse unas horas más, hasta mañana, si no se encuentra con fuerzas». Mary sopesa la posibilidad de marcharse del hospital a casa de la hija de su marido y su yerno, pero esperaba la llegada de su propia hija para tomar una decisión, que a primera hora de la mañana se trasladaba desde Madrid a León.

Está acompañada de una buena amiga. Las dos critican que la noticia y la foto del levantamiento del cadáver de su marido se haya convertido en portada de los medios de comunicación locales. «¡No puedo creer que saquéis esa foto¡» se lamenta y llora, «nunca había oído que nada parecido hubiese ocurrido en León y a la familia nos duele!».

Altos y bajos

Sin casi poder dejar de llorar, limpiándose las lágrimas constantemente, niega que se hubiera separado de su marido. «Teníamos nuestros altos y bajos, como todos los matrimonios, pero siempre estuvimos juntos, somos un matrimonio, llevamos casados desde hace 18 años», aclara, y recuerda lo difícil de la situación los últimos días, después de que su marido F. J. R. M, de 67 años, sufriera un ictus cerebral.

En la Subdelegación del Gobierno de León no hay denuncias por malos tratos. Mary Elzira se apresura a callar cualquier rumor de la calle: «Nunca sufrí malos tratos», dice. «Mi marido era una persona normal que arrastraba muchas enfermedades». El viernes, apenas 24 horas antes, su esposo intentaba matarla de un tiro antes de quitarse la vida.

«Era un hombre muy hablador, conversador, le gustaba relacionarse con todo el mundo, pero desde que le dio el ictus no podía hablar y eso le desesperaba», cuenta su mujer.

«Le cambió el carácter, estaba muy nervioso, alterado. Ayer mismo —por el viernes, día del suceso— le acababan de dar el alta en el Hospital, pero se equivocaron, no tenían que haberle dado el alta», recuerda entre sollozos. «Pasó unos días muy malos en el Hospital, alterado, se tiraba de la cama, no había manera de sujetarlo. Le dije a los médicos que no le dieran el alta, que la medicación no le sentaba bien. En el informe pusieron que si no mejoraba en dos días volviésemos al hospital para que le cambiaran la medicación». Pero los acontecimientos se precipitaron nada más poner el pie en la casa.

La amenazó con señas

«Acabábamos de llegar a casa» —recuerda— «su hija estaba conmigo. Le preparé la comida y le dimos la medicación. El ictus le había dejado afectada parte de la movilidad y el habla. Apenas podía hablar y se hacía entender con gestos. Mientras le preparaba la comida estaba muy nervioso, con gestos me dijo que me iba a pegar un tiro y luego se lo pegaría él, llevándose el dedo a la cabeza. Me asustó y así se lo hice saber a su hija». Pero en contra de lo que las dos creyeron, F.J.R.M. planeaba ya acabar con su vida y la de su mujer.

El fallecido era aficionado al tiro deportivo. Era socio del Club de Tiro de la Virgen del Camino y de León. Tenía licencia y una colección de armas legalizadas. «Nada más llegar a casa cogió una pistola, como solía hacer, la limpió, la preparó, la cargó. Solía hacer eso porque era su afición, pero debido a su estado a mí me dio miedo. Se metió el arma en el bolsillo y no nos dimos cuenta», afirma. «Después de comer se quedó tranquilo en el sofá. Su hija se marchó a su casa. De pronto se levantó y me dijo que la llamara por teléfono. La llamé y hablaron, pero muy mal porque apenas podía. De pronto apareció en la puerta del comedor, con el arma en la mano, apuntándome». Mary se echa a llorar. «Me asusté y salí corriendo agachándome por detrás de la barra del bar y él siguiéndome por el otro lado. Conseguí salir de la barra y él me alcanzó, me abrazó, me rodeó con sus brazos, pero yo estaba muy nerviosa, tenía mucho miedo y me escapé. Al huir hacia la puerta de la calle me disparó. Después oí otro disparo y supuse que se había disparado él, aunque yo no lo ví».

Fueron los gritos de la mujer, malherida, los que alertaron a los vecinos, que habían oído dos secos disparos. La sala de operaciones del 112 dio aviso del incidente a la Policía Local y el Cuerpo Nacional de Policía, y a Emergencias Sanitarias Sacyl, que envió una UVI móvil.

La pareja se conoció hace más de veinte años en Madrid y se casaron hace 18 años en León. «Abrimos el bar Cani con mucho esfuerzo y trabajo, los dos juntos, yo trabajé con los albañiles. Compramos el local, que antes era un negocio de lámparas, y nos hicimos la vivienda en la parte de atrás».

«Muy trabajadores y buenas personas», comentan los vecinos al conocer el suceso.

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