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Treinta años al pie del negocio

Zagal, segundo premio de comercio tradicional, entra en relevo generacional.

La regenta de Zagal, Esther Fernández, en el establecimiento del centro de León.

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a. caballero | redacción
León

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Anda como una niña con zapatos nuevos. Con la misma ilusión, ahora que acaba de recibir el segundo premio al comercio tradicional, con la que entraba en la tienda que abrieron su madre y su tía el 18 de marzo de 1980 y jugueteaba en el almacén. Ese almacén que ahora ha crecido hasta desbordarse en una nueva tienda en Alférez Provisional, a la espalda de la que sigue en pie en Alcázar de Toledo. Tres décadas de historia pegada a la suela de los zapatos que han vestido a miles de niños de León que se sientan en los sofás de Zagal a que sus madres miren si les llega el dedo adelante. «Ahora, vienen las abuelas con sus nietos», cita Ester Fernández.

La historia de Zagal es un relato familiar. La apuesta de su tía y su madre, que «tenía cuatro niños y quería trabajar, que aprendió todo desde la nada: zapatos, hormas, pieles», reseña Fernández. El negocio que lleva «dentro» porque lo mamó desde pequeña, cuando ayudaba en la tienda, mientras sus hermanos «no querían saber nada». «Uno trabaja en una tienda de telefonía y los dos gemelos tiene la cafetería El Rebeco, en San Isidro», explica para conceder por qué ella, después de haber estudiado márketing y gestión de empresas, de dar clases por ahí, deciedió volver a Zagal y empezar a coger el mando hasta el traspaso defintivo «hace cuatro años».

Su filosofía pasa por «No parar, por estar siempre activo, dando vueltas, por ir a ferias, a Milán, a Florencia, por mirar por internet, por abirese a Facebook, por hacer envíos or correo, y buscar renovarse, intentar adelantarse a lo que quieren los clientes y, aunque no se logre, buscar lo que piden».

La escuela materna

La escuela que aprendió de se madre, a la que recuerda «todo el día trabajando, como eran los comercios de antes», de una manera que «ahora ya njo se lleva». «Siempre ha tenido un gran espíritu emprendedor, animada sobre todo por mi abuelo, que era el practicante del Crucero y su padre, a la vez, el curandero de Oteruelo», cita la titular de Zagal. Una saga que se mantiene adelante, con el atrevimiento de abrir nueva tienda pese a la crisis, aunque sin perder de vista que «la cosa es preocupante».

«Antes, había colas desde la calle, sobre todo en septiembre, con el inicio del colegio, y en abril y mayo, con las comuniones», recuerda, sin perder la sonrisa y el carácter optimista con el abre cada día Zagal. Siempre al pie del negocio.