A la caza del absentismo o cerco al enfermo

Las herramientas para luchar contra la siniestralidad laboral han sido una demanda permanente de los empresarios, más en los últimos años; y una advertencia continua por parte de los sindicatos, que temen un recorte de los derechos laborales bajo la apariencia del cerco al absentismo. La reforma laboral que entró en vigor hace un año introdujo importantes novedades en el control de la falta al puesto de trabajo. De hecho, facilita el despido por causas objetivas basándose en un número determinado de ausencias (aunque sean justificadas) del trabajo. Si alcanzan el 20% de las jornadas hábiles en dos meses, o el 25% en cuatro meses discontinuos en el periodo de un año, puede extinguirse el contrato, aunque medie un informe médico.

Los sindicatos advierten que al final pagan justos por pecadores, ya que la reforma laboral mete más presión en general sobre los trabajadores, tanto sobre los que abusan como sobre los que están realmente enfermos.

A mayores de esta medida, desde los últimos meses del año pasado el ajuste de gastos de la Administración se llevó también un pellizco de las bajas de sus trabajadores. Se ha fijado desde mediados de octubre un descenso de la retribución en los procesos de incapacidad temporal por enfermedad común o accidente no laboral que supone que entre los días 1 y 3 de baja se cobra el 50% del salario, y del cuarto al vigésimo un 75%.

Ahora el Gobierno estudia dar más poder a las mutuas laborales (algo a lo que siempre se han opuesto los sindicatos) para que sus médicos puedan dar altas médicas, lo que cuestiona una capacidad que hasta ahora sólo estaba en manos de la sanidad pública. Hasta ahora las mutuas no podían exigir altas, pero sí retirar las prestaciones que se cobraban de baja.