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Una mediación en el Juan del Enzina sirve de fallo para la Fiscalía de Menores
La madre de una joven denunció una agresión de una compañera a su hija.
La Fiscalía de Menores ha aceptado una resolución del equipo de mediadores del instituto Juan del Enzina de la capital leonesa, que forman alumnos y profesores, como válida a la hora de resolver la denuncia por agresión que presentó la madre de una alumna contra otra joven de este centro.
Desde hace 5 años, este instituto cuenta con esta iniciativa que, según su director, Antonio Perendones, está dando buenos resultados a la hora de detectar y resolver problemas de convivencia. Con más de mil jóvenes en sus aulas, el Juan del Enzina cuenta con una red de alumnos ayudantes, para conflictos más leves, y otra de alumnos mediadores, en casos más graves.
«No se trata de que dos personas sean amigos, sino de que el conflicto se canalice por vías razonables, y que cada uno asuma que tiene un compañero al lado, que no tiene por qué ser su amigo, pero tampoco tiene que ser su enemigo. Tiene que convivir con él», explica el director.
En el caso citado, la madre de la joven agredida presentó una denuncia en el juzgado antes de que el servicio de mediación se pudiera poner en marcha, algo que suele tardar unos diez días. Posteriormente, el juzgado se puso en contacto con el instituto y dio por bueno el acuerdo alcanzado entre las partes.
Según explica José Luis Alonso, coordinador de Convivencia del centro, los conflictos siempre existen en cualquier colectivo y más si se trata de adolescentes. «¿Cómo no va a haber conflictos?», se pregunta. «El problema no es que los haya; el problema es como los afrontamos», añade.
Esta estrategia transversal que se sigue en el Juan del Enzina, desde primero de la ESO a segundo de Bachillerato, está formada en un principio por tres o cuatro ayudantes en cada aula, que son formados por el equipo de convivencia. Los jóvenes se renuevan cada año y los que destacan pasan a ser mediadores, que es una categoría superior para conflictos más complejos.
Los ayudantes tienen como primera misión observar. Cuando detectan una situación anómala, actúan siempre juntos en cada aula con una serie de prácticas de determinadas. Si es un alumno que no se integra, hacen acompañamientos. Si está solo, con acompañamientos y otras iniciativas. Y si es un conflicto entre dos, viendo las posibilidades de hacer una mediación informal para intentar llegar a un punto en común.
«Los ayudantes no hacen una labor de arbitraje, buscan que las personas en conflicto lleguen al mínimo de acuerdo. Si ven que les desborda, se deriva el problema. Se pasa a programa de mediadores. Y eligen un mediador», explica Alonso.
Lo importante del programa, a su juicio, es que el conflicto se trata del el inicio. La primera estrategia de formación es la escucha activa . «Sólo por el hecho de escuchar generan confianza», añade el coordinador. Otra es la empatía y una tercera, la expresión emocional.
Jimena, Daniel y Blas son lo que se denomina ayudantes en su clase de primero de la ESO. Ya han mediado en algunas situaciones, no siempre fáciles. Aseguran que les gusta ayudar, aunque su formación para esta iniciativa sea un trabajo a mayores de las horas lectivas. Lo más difícil de asumir por muchos de estos jóvenes es que su labor tiene como gran reto ayudar a convivir en las aulas, y que, en ningún caso, se trata de una labor de chivato. Algunas de sus virtudes tienen que ser la confidencialidad, la discreción y la autoridad dentro del grupo.