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«El Papa admiraba la historia de León»

Laurentino Novoa, el sacerdote leonés discípulo de Ratzinger.

Laurentino Novoa, en el Centro de Estudios Teológicos de Aragón.

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carmen Tapia | león
León

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«Al Papa le gustaba mucho la Catedral y admiraba la historia del Reino de León, sobre todo por su tradición cristiana». El sacerdote pasionista leonés, Laurentino Novoa (Canalejas, 1946), fue alumno de Teología de Joseph Ratzinger entre 1969 y 1977 en Ratisbona, Alemania. Ahora, desde Zaragoza, donde es profesor del Centro de Estudios Teólogos de Aragón, recuerda «con admiración» a un hombre «sencillo y con la humildad de los hombres que son muy inteligentes».

Novoa tuvo una relación estrecha con Ratzinger porque, además de su profesor, era su vecino: su casa estaba muy cerca de la residencia de los Pasionistas en la que vivía el sacerdote leonés. El sacerdote no desaprovechó la ocasión de hablar de León con su preceptor, aunque éste tenía referencias detalladas de la historia del reino leonés por otro discípulo suyo también leonés, Maximino Arias, ya fallecido. «Conocía León no tanto por mí como por él. Cuando llegué a Ratisbona estaba terminando su tesis doctoral don Maximino Arias, que también tenía con él una relación muy estrecha. A Ratzinger le gustaba la Catedral y la historia del Reino de León. Admiraba León sobre todo por su historia cristiana».

El sacerdote leonés recuerda a un hombre «tímido, poco dado a las relaciones sociales, muy humilde» y con una salud delicada ya con 50 años. «Era bastante frágil. Tenía que cuidarse mucho. Por razones hereditarias tenía problemas de circulación y siendo cardenal le dio un ictus cerebral que se cogió a tiempo. Nunca ha tenido una salud muy fuerte y eso se ha visto en los últimos tiempos». Novoa sostiene que, pese a las especulaciones, la salud es la verdadera causa de su renuncia. «Es una persona anciana. Va a cumplir 86 años el 16 de abril y arrastra problemas de salud que ha llevado con mucha dignidad y altura cuidándose mucho». Como Papa, limitó las audiencias privadas, «tenía que cuidarse».

Este discípulo leonés, que consiguió «altas calificaciones» de su profesor, cree que a Ratzinger «lo hicieron Obispo y luego Papa muy a su pesar. Nadie de los que lo conocíamos lo esperábamos. Lo eligieron y aceptó, pero él no ha cambiado durante su mandanto, quizás sí cambió el concepto que los demás tenía de él, que se le tenía en Roma como un hombre muy rígido».

Lejos de esa actitud, Novoa defiende que «tenía una función como precepto de la congregación de la fe y a veces hay que tomar ciertas decisiones que dieron de él una imagen semejante. Cuando ha sido Papa se ha mostrado tal y como es. Una persona humilde, valiente, muy coherente y libre. Nunca ha estado vinculado a grupos ni movimientos que le hayan condicionado y así lo ha demostrado al presentar su renuncia».

El sufrimiento del Papa

Este conocimiento y defensa sin condiciones de la gestión de Benedicto XVI lleva a este sacerdote pasionista a garantizar el sufrimiento del Papa, que ha vivido «preocupado por los pecados internos de la Iglesia» como la pederastia «y todo lo que han contado los medios de comunicación y que le hacían sufrir bastante. Él es un hombre realista que ve los problemas de la Iglesia». La máxima preocupación de Ratzinger «era la autenticidad de la Iglesia, que fuese el reflejo del Evangelio de Jesús».

Este leonés de Canalejas lo llevó en varias ocasiones en su coche hasta la Universidad. «Recuerdo que un día le pregunté que por qué no tenía carné y me dijo que cuando era joven no había tenido tiempo con tanto estudio y ahora ya se sentía mayor».