MAÑANA
«una felicidad aún no superada por nada»
El director leonés de comedias como A galope tendido o Tritones: más allá de ningún sitio , Julio Suárez , recuerda entrañablemente el significado que tenían los veranos para él. El cineasta se retrotrae a los años 60 en su pueblo, Puebla de Lillo, donde pasaba el verano con su familia. Recuerda los inviernos como un período monótono. Lo describe como una época de «convivencia monógama con mis compañeros de clase» en su colegio de Madrid, donde su mayor gozo era jugar al fútbol con pelotas de trapo confeccionadas por ellos mismos. Nueve meses de aburrimiento después, llegaba al fin junio y, tras pasar el duro trago de los exámenes, comenzaba la época de la felicidad.
Recuerda cómo toda su familia se enrolaba en un viaje que ahora le parece «homérico». Alquilaban una furgoneta DKW, en la que viajaba toda la familia desde Madrid a Puebla de Lillo, de donde eran originarios sus abuelos. Salían a las 7 de la mañana para poder desayunar en Villacastín. «Si se daba bien la cosa, llegábamos a comer a Boñar. La impaciencia me impedía disfrutar de la comida. Estábamos demasiado cerca del paraíso».
Por fin, aterrizaban en Puebla de Lillo sobre las 6 de la tarde. «El Porma, el Susarón, los bosques, la casa, la bicicleta, … la libertad. Todo estaba allí, como cada verano», rememora Julio Suárez.
«Después de un día tan ajetreado, me costaba trabajo dormirme en esa cama enorme, de aquella habitación con techos altísimos, donde, a pesar de la fecha, aún hacía fresco. Al fin el cansancio podía con mi inquietud».
Al despertarse, pasaba por ese momento mágico, entre dos mundos, en que no sabía aún donde estaba. «Y tras unos instantes, al tomar poco a poco conciencia de que estaba en Puebla de Lillo y que me quedaban tres meses por delante para disfrutar de una libertad completa, me inundaba una sensación de felicidad, de la que puedo asegurar, que aún no ha sido superada por nada en mi vida.»
guillermo otero
leonalsol@diariodeleon.es