Diario de León

javier gómez

«Siempre terminaba jugando a los médicos»

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Javier Gómez, dueño del conocido bar leonés Camarote Madrid, recuerda junto a León al sol su infancia más veraniega en su pueblo, Porqueros, donde pasaba todo el verano. Ahí vivían sus abuelos maternos, quienes regentaban el bar-tienda-estanco de la localidad.

Añora el entusiasmo que le producía subir al tren, medio de transporte que siente muy ligado a sus vacaciones y a su infancia. «En Astorga, unas señoras subían al tren para vender mantecados», comenta el restaurador y empresario.

Con cinco años realizó su primer viaje con el maestro del pueblo, don Santiago. Él y sus compañeros estuvieron preparándolo con un mes de antelación. Viajaron en un carro tirado por un burro, previamente pidieron comida por todas las casas del pueblo. El destino era Peña Gato, a cinco kilómetros de Porqueros. Javier lo recuerda como un viaje «maravilloso» que nunca ha olvidado, a pesar de sus numerosos periplos.

Junto a su abuelo, con el que tenía muy buena relación, y a sus primos trillaba el cereal. Cuando el caballo levantaba la cola, él tenía que coger rápidamente la pala para que la boñiga no ensuciase la paja. Alguna vez acompañó a su abuelo Tomás a ver las tierras. Hacía mucho calor y compartieron una botella de sidra sin alcohol entre los dos. «Pero era champán... Me pillé un cebollón. Mi abuela se enfadó con mi abuelo», confiesa el hostelero. Asimismo rememora los partidos de fútbol con los amigos, los paseos con la bicicleta y las correrías infantiles. «Siempre terminábamos jugando a los médicos con las niñas. Poníamos las inyecciones como buenamente podíamos», comenta entre risas.

Afirma que todos los domingos comían paella y pollo. «Y de postre natillas con galletas Mayuca mojadas en quina de Santa Catalina», declara con cariño.

Disfrutaba mucho de las verbenas del pueblo, así como de los guateques que se montaba en su bar con el tocadiscos. Una de sus gamberradas era trapichear con tabaco. «Lo robaba en el bar y luego lo vendía a mis amigos, siempre andaba muy bien de dinero», reconoce Javier.

guillermo otero

leonalsol@diariodeleon.es

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