Diario de León

Inmersión natural en el coto

En plena naturaleza, pero con la comodidad de estar en la ciudad. Éste es uno de los motivos por el que muchos padres leoneses eligen El Coto Escolar para inculcar a sus hijos el respeto al medio ambiente, el espíritu del esfuerzo y la cooperación.

rubén delgado

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Publicado por
guillermo otero. leonalsol@diariodeleon.es
León

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A cinco minutos de la plaza de Santo Domingo se encuentra el Coto Escolar. Tan cerca de la ciudad y a su vez tan aislado que apenas se escucha un coche. Durante el curso, 35 colegios de la provincia acuden a sus instalaciones. En verano, por sus 16 hectáreas corretean diariamente 115 niños y niñas (75 del campamento y 40 del Peque Coto) y 17 monitores.

Este ejército de guajes se congrega gracias a los campamentos y actividades de verano que organizan. Niños de entre 8 y 14 años acuden durante cinco días para disfrutar de una experiencia enriquecedora en plena naturaleza.

María Teresa Santamaría es la directora del Coto desde hace dos años y medio. Comenta que el principal objetivo es concienciar en el respeto y cuidado del medio ambiente. Para ello han desarrollado numerosas actividades relacionadas con el entorno natural. El taller de reciclaje de papel intenta inculcar esta costumbre a los jóvenes, actitud que también se traslada al comedor, donde separan los desperdicios orgánico para dar de comer a los animales. Otro ejemplo son el laboratorio de miel, en el que se enseña de donde proviene el dulce, cómo viven las abejas y cómo se produce la cera con la que harán velas. El huerto, los talleres de plantas medicinales, arcilla, jabones y bálsamos labiales son algunas de las actividades con las aprender divirtiéndose.

Elisa, Andrea, Carlos y María llevan una semana de campamento y por la tarde volverán a sus casas. Comentan que lo mejor del Coto es la comida y los animales. «Lo recordaremos toda la vida», apuntan las niñas. «Nos despertamos, hacemos deporte, organizamos la cabaña, luego hacemos actividades, vamos a la piscina, comemos, descansamos un rato, bailamos, hacemos talleres, cenamos y preparamos la velada con hogueras y juegos. A veces observamos las estrellas», explica Andrea sobre el día a día en el Coto. «Por las noches nos quedamos hablando», confiesa Carlos. Los animales son otro de los puntos fuertes. Enseñar a los niños sus hábitos, su procedencia, su alimentación y costumbres es más divertido desde la experiencia. Ciervos, gamos, osos, mastines, caballos y hasta un emú, son los encargados de transmitir a los chavales el amor por la naturaleza. «Hay muchos animales, pero los osos son los que más nos gustan», confiesa Carlos.

Los deportes son parte fundamental del día a día en el Coto. Escalada, equitación, kayak, tiro con arco y tirolina son algunas de las actividades con las que ayudar a los niños a quemar su energía y a desarrollar sus aptitudes motrices.

María Teresa hace hincapié en el empeño que ponen por inculcar valores como el respeto, la cooperación, y el espíritu de responsabilidad y esfuerzo. Para ello todas las jornadas, los habitantes de las cabañas que duermen segregados por sexos, tienen la obligación de ordenar sus habitaciones, hacer las camas y regar las plantas. «Todos los días le toca a un niño de cada mesa ser el encargado del comedor. Se responsabiliza de poner los platos, recogerlos y limpiar las migas. Hacen lo que tendrían que hacer en casa», apunta la directora. Asimismo, están prohibidos los móviles, las consolas y el dinero.

Para los más pequeños, de 6 a 10 años, está programado el Peque Coto. Durante un día disfrutarán de las mismas actividades que en el campamento pero «adaptadas a su edad».

Al final de la semana hay un acto de clausura al que están invitados los padres. En él se proyecta un power point con fotos de todos los niños durante los cinco días, además de canciones y una actuación musical. A mayores se les hace entrega del carné del Coto Escolar.

«Hemos hecho muchos amigos, no queremos irnos», confiesan con pena Elisa, Andrea, Carlos y María.

Además de las actividades mencionadas, durante los meses de verano se realizan en sus instalaciones campamentos de la Asociación de Parálisis Cerebral y Encefalopatías Afines (ASPACE) y Autismo León gracias a que sus instalaciones están adaptadas para personas con movilidad reducida.

Asimismo, Teresa declara que han acudido también campamentos de niños chinos, marroquíes y alemanes. En septiembre acogerán una concentración de moteros sordos.

Para quien quiera apuntar a sus hijos, aún quedan plazas para las últimas semanas de este mes, tanto para la estancia de cinco días como para el Peque Coto.

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