Diario de León

MAÑANA

«fue una infancia feliz en tiempos difíciles»

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Alfonso García Rodríguez es escritor, crítico literario y colaborador habitual del Diario de León. «No sé si todas las infancias son felices, la mía sí lo fue, y mucho», comienza su relato.

Feliz a pesar de las dificultades y las carencias de un lugar como Santa Lucía de Gordón en los años 50, apunta. «Un pueblo minero de montaña». Afirma que ser de pueblo le marcó para bien. «Difícilmente podría entender mi vida sin aquel territorio infantil de vitalidad e imaginación».

Los inviernos eran largos y llevaba mucho tiempo la lucha contra la nieve y el frío. «El recogimiento tenía la palabra como protagonista. Las historias del invierno se alargan todavía en la memoria», comenta al respecto.

La llegada del verano suponía una liberación. «No tanto de la escuela, que también, sino por provocar la circunstancia de tener todo el día libre». Recuerda que no existía para ellos el concepto de vacaciones, tal como ahora se entiende. «Eran la capacidad para imaginar todo lo posible en aquel mundo limitado y conocido».

Asegura que no había ni un solo minuto para el aburrimiento. «Pisábamos hierba en los pajares, saltábamos las tapias de todas las huertas para saborear las excelencias de la fruta ajena o cazábamos pájaros en los regueros de las fuentes, utilizando varetas y liga de fabricación casera».

El río ocupa para él un lugar privilegiado en sus recuerdos. «Pasé días enteros en la ribera, adecentándolo, especialmente las pilastras que servían de trampolín». Cuenta que los más atrevidos hacían sus primeros escarceos en la pesca a mano de la trucha. «Del río al Valle, a cabalgar en burros y caballos por aquel envidiable praderío». Comenta que aún conserva una cicatriz en una mano provocada por un burro llamado Celedonio.

En el hayedo, «asentados en las plataformas que construíamos en el enramado», fabricaban tiradores, piezas para los trineos, espadas de madera… «Y hablábamos sobre nuestros sueños y preocupaciones de niño, entre las que no faltaban las primeras mariposas que nos hacían tilín». Por la noche se reunía la chavalería en el monumento a los caídos, para jugar a Tres navíos en el mar . «Una infancia muy feliz en tiempos sobradamente difíciles», finaliza Alfonso.

guillermo otero

leonalsol@diariodeleon.es

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