Diario de León

En el nombre de las víctimas

El cementerio de León es desde ayer el lugar donde empiezan a encajar las biografías de cientos de republicanos asesinados.

Acompañados o solos, muchísimos mayores visitaron ayer la placa que recuerda a su fallecido.

Acompañados o solos, muchísimos mayores visitaron ayer la placa que recuerda a su fallecido.

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marco romero | león
León

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Lamento y alivio, pesar y descanso; angustia, pero desahogo. Emociones confrontadas en un día para la historia. Cientos de personas, gran parte de ellas meritorios octogenarios y nonagenarios, presenciaron ayer el homenaje con el que León ha pretendido saldar la deuda historia que mantenía con los centenares de hombres y mujeres que fueron apresados, torturados o ejecutados en la ciudad y el funesto entorno de Puente Castro durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo. El acto estaba convocado por el Foro por la Memoria de León y finalmente incluyó 1.511 identidades de las 1.873 para las que tiene capacidad la capilla laica, donde ya se exhiben las placas con los nombres, la edad y la fecha en la que perecieron y el lugar de donde proceden los hombres y mujeres homenajeados. Pese a no contar con representación institucional, el mauselo republicano inaugurado ayer ha obtenido el reconocimiento de los partidos políticos de izquierda, que lo consideran un «ejemplo» en defensa de quienes murieron luchando por los valores republicanos. Imágenes descorazonadoras por minuto. Como la que protagoniza Santiago, hermano del homenajeado Federico Viñuela, de Villamanín. Se encuentra profundamente emocionado por los recuerdos que le llegan a su gastada memoria, pero no le falta lucidez para contar a su hija la historia de los hermanos Fierro Cadenas, también de Villamanín. «A éste —dice mientras señala la placa de César— le ataron a un coche y le llevaron más de un kilómetro a rastras; lo que sufrió...». Pero el empieza a faltarle cuando recuerda a su hermano. «Le hicieron más que a Jesucristo», se lamenta una y otra vez. Y pide perdón por emocionarse y por hablar con desgarro de aquel momento, algo a lo que no le enseñaron, confiesa. «Se portaron con él peor que animales». Federico tenía 26 años cuando fue asesinado. Antes pasó un auténtico calvario en el campo de concentración de San Marcos. Allí le metieron en la carbonera, donde durmió de pie con otros muchos. Sus últimas cartas fueron dirigidas a la novia.

Cada placa recuerda una historia. Y con todas ellas como fondo se desarrolló el acto de inauguración de la capilla laica que durante nueve años han reivindicado los familiares con tanto empeño y esfuerzo. Aunque sin los elementos alegóricos previstos, el mausoleo republicano no es grandilocuente, pero ya es el monumento funerario a las víctimas de la Guerra Civil que más identidades va a albergar. Se elogió el cartel elaborado por el artista Manuel Sierra, que representa una camisa con agujeros ensangrentados por las balas, símbolo de «la sangre derramada en las cárceles del fascismo», expresó el vicepresidente del Foro por la Memoria de León, Enrique Javier Díez Gutiérrez, muy reivindicativo contra los recortes y constantes retrasos que ha padecido la obra.

Surgieron poetas espontáneos entre los familiares, pero el público se emocionó con los leídos por autores como Juan Carlos Mestre, Carmen Busmayor y Toño Morala. Mestre sorprendió con sus breves palabras, que pocos sabían que eran las recogidas en su acertado poema Asamblea: « Queridos compañeros carpinteros y ebanistas, / yo les traigo el saludo solidario de los metafísicos. / También para nosotros la situación se ha hecho insostenible, / los afiliados se niegan a seguir pagando cuotas. / A partir de este momento la lírica no existe, / ha decidido dar por terminadas sus funciones este invierno. / No lo tomen a mal, pero aún quisiéramos pedirles una cosa, / mis viejos camaradas amigos de los árboles / acuérdense de nosotros cuando canten La Internacional ».

El poeta Antonio Gamoneda, que no previó en ningún momento leer sus poemas, pronunció en cambio un improvisado discurso en el que defendió la lucha «en honor de una democracia real, no falsificada». El premio Cervantes subrayó que «la memoria no solo es del pasado». «El pasado no podemos modificarlo —agregó—, pero sí aprender de él».

Tras las actuaciones musicales de Alfredo Vidal y Renée y la del grupo literario mil9, con piezas de Miguel Hernández, entre otros, empezó a sonar La Internacional con sones de dulzaina.

Para finalizar el acto, un último adiós. Muchos ancianos, solos o acompañados, recorrieron el mausoleo buscando nombres. Raquel Cerejido Morandeira, una de los primeros familiares en asociarse al Foro por la Memoria, se encontraba ayer exultante por cerrar una etapa que abrió un día del año 2006, cuando quiso conocer el paradero de su tío Manuel y revisó los libros de registros del cementerio de León. Ese fue el lugar donde, por fin, todo encajó. Manuel tenía 23 años cuando fue asesinado a tiros. Era capitán del Ejército republicano. Tuvo un ajusticiamiento cruel. Le llevaban maniatado y uno de sus ejecutores le arreaba con la culata del fusil mientras se dirigía al paredón. Se quiso defender mordiéndole y allí mismo fue disparado. El padre de Raquel, hermano de Manuel Cerejido, vivió con dolor eterno.

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