Diario de León

La clínica Otazu cierra ahogada por la supresión de los convenios quirúrgicos

La empresa negocia el despido de 23 trabajadores tras 68 años de actividad .

La clínica está cerrada y ya no hay pacientes ingresados.

La clínica está cerrada y ya no hay pacientes ingresados.

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carmen Tapia | LEón
León

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Es la historia de una muerte anunciada. La decisión de Sacyl de suprimir los conciertos quirúrgicos con las clínicas privadas ha llevado a Joaquín López Otazu a cesar su actividad ahogado económicamente desde hace un año. «El 8 de octubre del 2012, que era lunes, recibí una llamada mortal desde Sacyl. Me comunicaban que a partir del jueves, tres días después, no me enviarían a ningún paciente más para operar. No tuvimos tiempo de organizarnos ni de adaptarnos a la nueva situación», explica Joaquín López Otazu. La supresión de este convenio hizo caer de forma inmediata el 70% de la actividad del centro, que pasó de operar a 1.500 pacientes al año a ninguno, lo que supuso un descenso aproximado de un millón de euros en sus ingresos, a lo que hay que sumar la pérdida de la actividad de las aseguradoras. «Es muy difícil para una familia subsistir en estas circunstancias, sobre todo porque nosotros nunca hemos tenido ayuda de ninguna institución».

La clínica ya está cerrada y con deudas «que tenemos que afrontar, estamos en una etapa muy difícil». Los últimos pacientes ingresados han recibido el alta o se han recolocado desde el martes en el Hospital de León y la clínica San Juan de Dios. El centro tiene capacidad para hospitalizar a 45 pacientes, pero en el último año la ocupación no ha pasado de los 20 enfermos de media, ancianos crónicos enviados por el Hospital de León y por los que la Consejería de Sanidad pagaba 76,36 euros por cada día de estancia.

Los 23 trabajadores, que acabaron en junio un ERE temporal, inician el lunes las negociaciones para los despidos. Algunos de ellos llevan 38 años en la empresa. Y Otazu: «Somos víctimas de una política sanitaria y posiblemente no seremos los únicos», asegura. «La familia no somos responsables de esta situación. Nuestra madre estaba ingresada en la clínica y ahora la hemos tenido que llevar a casa». Y la casa de la familia está en la clínica, en la última planta, un espacio familiar y laboral que han compartido durante 68 años de actividad.

El futuro del edificio aún no está claro. López Otazu asegura que está abierto a todas las opciones, «creemos que León necesita un centro de personas mayores, en un sitio céntrico como éste, pero no sé que va a pasar. He llamado a muchas puertas y he mantenido muchas reuniones en la Junta, pero de momento no hay nada». Su preocupación más inmediata es que su madre siga atendida en su casa, «luego ya veremos».

La familia López Otazu fundó la primera clínica en el año 1945 en la calle Lope de Vega para trasladarse más tarde a la calle Ramón y Cajal en el año 1949. López Otazu padre adquirió el solar de la calle Lancia y levantó la primera clínica no religiosa de Castilla y León, que se inauguró en enero de 1957 equipada con la más moderna tecnología.

Pero el tiempo también pasó por la clínica, que se ha mantenido con esfuerzo pese al empuje de las nuevas tecnologías. «Es muy difícil que una familia pueda hacer inversiones importantes».

«Mis padres se volcaron con la actividad, mi madre, María Victoria, que ahora tiene 95 años, luchó mucho por los empleados hasta hace ocho años, que dejó de estar activa», asegura.

En la clínica, que llegó a contar con 54 empleados, nacieron cientos de niños, el último en diciembre de 1991, el hijo del actual propietario.

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