Separar el Grano de la paja
El Ayuntamiento exhibe desde hoy el proyecto de la plaza con el compromiso . de que no se alterará ni la fisonomía, ni el empredrado, como alertó Ecologistas.
En la plaza del Grano se condensa lo que le queda de pueblo a León. Una gran plaza pública de cantos rodados elevada como ágora de la ciudad para que cumpliera con su función de escenario de mercados, cuando el campo entraba en la ciudad para servir de motor económico. Un espacio que centra ahora el debate, después de que Ecologistas en Acción alertara de que el proyecto de reforma puede acabar con su esencia: «un unicum, es decir, el único resto de cómo eran las plazas leonesas de los siglos XVIII, XIX y parte del XX, si bien el origen de este tipo de pavimento es mucho más antiguo» puesto que se «comenzó a utilizar en la Edad Media y su uso se generalizó en el siglo XV». Nada que ver con el proyecto que desde estos días exhibirá el Ayuntamiento en los dos establecimientos de hostelería de la zona. Unos planos, firmados por el arquitecto Ramón Cañas de Río, que logró los 6.000 euros del concurso de ideas convocado por la administración hace ahora dos años, en los que se muestra que, lejos de acabar con el empedrado, consagra el mantenimiento de la fisonomía de la plaza y la rehabilitación de sus elementos constructivos. Ni hormiganado, ni asfaltado, ni barbaridades, como se ha llegado a elucubrar.
La intervención se acometerá por fases para afrontar los 300.000 euros. Un presupuesto que empieza con un gastos de 90.000 euros divididos en dos contratos ya adjudicados a las empresas Domingo Cueto y Decolesa. Los encargos que se centrarán en intervenir en las partes más dañadas del pavimento y en ensanchar las aceras. Una actuación con la que conseguir que haya un pasillo en el perímetro de la plaza de 2 metros, en lugar de los 50 centímetros que se encuentran ahora en diferentes puntos. Una franja, rebajada al nivel del resto del firme, para cuya ejecución se usará «un enlosado de piedra caliza griotte» de 30, 35, 40 y 45 centímetros para evitar una composición «seriada».
Ejecución por fases
Más allá de estas primeras intervenciones, el Ayuntamiento se marca un plazo máximo de dos años para completar el proyecto, en función de las disponibilidades presupuestarias. El dinero con el que acometer las labores en la parte central de la plaza. Un pavimento, que se levantó por completo en los años 80, bajo el cual se tendrá que enterrar un colector para la recogida de las aguas pluviales, al que se verterá gracias al mantenimiento de la actual estructura de canalización en forma de espina y el alomado. La fórmula para lograr el saneamiento del entorno que obligará a «la retirada y limpieza del canto rodado existente para su reutilización por sectores», como se explica en el proyecto. La piedra que se colocará «por su cara más plana», después de disponer «la compactación del terreno de base con aporte necesario de zahorra artificial», complementada con «una capa drenante de garbancillo rodado limpio, fieltro geotextil y capa de asiento de pavimento con cama armada de mortero bastardo de cal, cemento y arena lavada». La vuelta a la imagen actual que se rematará con «un retacado de mezcla de tierra-cal que permita el tapizado verde en las juntas» que compone la imagen característica de la plaza.
Un conjunto que guardará capítulo específico para el espacio cobijado por los soportales, donde «se restaurará el pavimento de finos morrilos planos» y se «repondrán el dibujo de enchinarrado» en aquellas áreas en las que haya «pérdidas o reposiciones defectuosas».
Fuera queda, a la espera de encontrar un hueco en el presupuesto, la propuesta del arquitecto para redefinir la peatonalización de las calles Capilla y Mercado, a los laterales de la iglesia, dentro de los parámetros que se presentan para el resto de la plaza. Un entorno en el que además se quiere establecer un plan de preservación que afectará a las reformas en las fachadas, las carpinterías e incluso los frentes comerciales para no perder la imagen característica.