Diario de León

León después de la valla

Tres malienses que burlaron la frontera con Marruecos cuentan su experiencia. «Sólo piensas en correr y saltar». La oenegé Accem refugió en León a 36 extranjeros que están en España a la espera de asilo político. Siria, Mali y Sudán son los países que más ciudadanos expulsan. En León esperan la decisión del Gobierno sobre su condición de refugiados.

Los tres malienses que burlaron la frontera con Marruecos, Nounkou Togola Karamoko Balo y Oumar.

Los tres malienses que burlaron la frontera con Marruecos, Nounkou Togola Karamoko Balo y Oumar.

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carmen Tapia | león
León

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Nounkou Togola y Oumar han saltado la valla de seis metros de altura de almabre y púas en la frotera de Marruecos y España. A Karamoko Balo lo rescató la Cruz Roja en una patera cuando intentaba llegar a Ceuta. Los tres están en las viviendas de acogida temporal que Accem tiene en León (oenegé que trabaja con refugiados, migrantes en riesgo de exclusión social). Salieron de Mali hace meses. Huyen de la guerra y el hambre. Ninguno ha ido nunca a la escuela y desde niños se han dedicado a cuidar vacas y a la agricultura. Ahora esperan que el Gobierno español les conceda asilo político. Su país está en guerra, un conflicto interno y de ocupación de grupos irregulares armados que ha provocado ya el desplazamiento de más de medio millón de personas. Son tres de los 36 extranjeros a los que León dio cobijo el año pasado procedentes de los centros de inmigrantes de Ceuta y Melilla. «La cárcel», como ellos los llaman. Tres vidas con un destino incierto. Si no consiguen la condición de refugiados estarán condenados de nuevo al destierro. No tienen papeles ni documentación que demuestre que son víctimas de la persecución política. El 93% de los que pasan por León no consiguen el asilo, y quedan en situación irregular con un futuro difícil del que no quieren hacer planes. «Sé que es difícil, pero cada uno tiene su suerte», dice Oumar, un maliense de 27 años. «La valla es difícil de saltar, pero vine a buscar una vida y la salté». Pero ese sueño le costó tres años y varios intentos por patera, en unos casos, y corriendo delante de la guardia fronteriza con Marruecos, en otros. «Lo intenté muchas veces», pero es lo único que recuerda o quiere recordar. «Estuve cuatro meses en el monte Gurugú en Marruecos, éramos cientos. Bajábamos a la valla para observar si había mucha vigilancia. Si había muchos guardias no lo intentábamos; si había poca corríamos para saltar. Lo intenté en patera también, pero me devolvieron a la frontera con Argelia. Volvíamos andando una y otra vez». Pero una noche lo consiguió. «Subí la valla y salté, no fue difícil, me corté en las manos y un costado. Me escondí toda la noche y al día siguiente fui al centro donde estuve tres meses». Ahora Oumar estudia en León «todos los días vengo a clase» y ha conseguido una prórroga de seis meses de su estancia en el centro porque estudia el oficio de forjador.

«Hice el trayecto de Marruecos a Ceuta en patera», explicKaramoko Balo, de 20 años, «Íbamos nueve personas. No recuerdo el tiempo que estuvimos. No llevábamos comida. Sólo se veía el mar. Cruz Roja nos rescató y nos llevaron al centro de Ceuta. Allí solicité protección internacional». Balo lleva cuatro meses en León. «Mi país vive una guerra», dice, pero no quiere dar muchos detalles. «No tengo familia en Mali ni amigos aquí. Es difícil que las personas de León hablen con nosotros».

«En mi país hay mucha guerra», explica Nounkou Togola, de 22 años. Muchos muertos. Mi padre me dijo que me fuera». Lleva tres meses en España y ya empieza a defenderse con el idioma. «Intenté saltar la valla dos veces, un asalto masivo. La primera vez me paró el policía y me echó para atrás. La segunda vez salté. En ese momento sólo piensas en correr y saltar. Si nos cogen en Marruecos la policía nos golpea. Tienen controles estrictos. Ese día logramos pasar veinte de más de cien. Hay tres vallas que tienes que saltar, afiladas. Pensaba que se me hacía daño ya me llevarían a un médico para curarme». Y saltó pero no recuerda heridas importantes. Corrió y corrió hasta sentirse a salvo. «Pasé toda la noche escondido en una casa que no tenía ni puertas ni ventanas. Solo. Por la mañana me fui al centro de Melilla». En León estudia español y quiere seguir su preparación. «Me gustaría mucho ser carretillero, para cargar mercancías. Y vivir en Madrid».

Si tienen suerte, podrán solicitar una prórroga de su estancia en León o pedir una ayuda de 300 euros procedente del Fondo Social Europeo para Refugiados para manutención y alojamiento. «Quieron tener la residencia y conseguir un trabajo».

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